Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

domingo, 27 de diciembre de 2009

Tú no, Brutus

Compañeros lectores,

Es mucha la furia que acompaña mi crónica de hoy. Desconozco su relación de ustedes para con la lengua que hablan, pero en mi caso, es mucha. Es admiración, odio, pasión, crítica, misterio, interés y depravación sexual, si me apuran, lo que siento hacia ella. "Lingüistas", que nos llaman, no ya como profesión, sino como mera enfermedad psíquica cual esquizofrenia u homosexualidad (que dirían algunos). Es por ello que a los que la padecemos nos regurgitan las bilis en el esófago cada vez que la puta casualidad hace que pasemos por delante de un televisor encendido a eso de las 4 de la tarde y nos dé por leer los subtítulos de Antena 3 o cualquier otro, y desde luego, lo que es mucho peor, cada vez que María Casado suelta un "habían" en los informativos de tve1 o que Shin Chan habla de que su madre "tiene que adelgazarse" o que "va a jabonarse" en el baño. En estas últimas ocasiones las bilis entran en punto de ebullición y el que me acompaña da gracias al cielo por mi natural pasivo que evita que yo agarre el salero y lo arroje al plasma de última generación que con tanta ilusión se ha comprado, al grito de "¡¡¡¡¡aprended a hablar, cabrones!!!!!" y con la mirada desecajada cual Rouco Varela repasando la ley del aborto.

Sé que para muchos es éste un tema menor. Pero cómo les diría yo. Es como si una se pone a diseñar aeropuertos. Pues agárrense los machos, porque la mitad de ustedes ya les adelanto que no salen vivos del avión. Pues esto es un poco lo mismo. La mitad de ustedes habla como el culo. Y no digo que hablen mal: digo que hablan como el culo. Mal, hablo yo. Pero la mayoría de ustedes, como el culo. Disculpen que insista. Y es este "ustedes" tan general, que se refiere a la mayoría de los que nunca leen ni leerán La Tremolina. Ese beneficio de la duda les concedo (muah-ja-já).

Avanzo. Ocurre lo anterior tan frecuentemente, que uno al final aprende a vivir con ello y se agarra lo más fuerte que puede a su sacrosanto reducto gramatical: sus estanterías de literatura, su libreta de apuntes, sus correligionarios ortodoxos con los que intercambia fugaces códigos secretos que nos ayudan a sobrevivir en este Sodoma y Gomorra del lenguaje: "-Va y me dice mi jefe que eso no lo ponga así, que eso va con b, -qué me dices, -como te lo cuento, -madre mía, yo no sé dónde vamos a llegar, -pues ya ves".

Y así uno transita por las semanas, los meses, los años, con sus hojas impresas, sus inevitables análisis sintácticos de los estímulos que recibe, sus reflexiones sobre nuevas acepciones y evoluciones morfológicas... hasta que un día descubre que, en lugar de llegar el mesías que nos redima, lo que ha llegado es el anticristo, el mal, el armaggedon. Hasta el día que uno descubre que lo más sagrado ha sido profanado por la desidia, la ignorancia, la estupidez incluso. Hasta el día que uno descubre que el ataque parte... de una editorial. Una editorial. UNA EDITORIAL. Esos entes a los que los enfermos como yo acudimos a por nuestra morfina. Una editorial. Una editorial. Y no precisamente una editorial de tres ilusos con una imprenta berjusa en un garaje, no. Una editorial como Mondadori, que publica a Isabel Allende, Katherine Neville y tantos otros para más y menos fanáticos del best seller, una editorial como Random House Mondadori que distribuye, si me apuran, la tercera parte de los libros en este país. Seguro que tienen ustedes ya los ojos como platos, no me cabe la menor duda.

Todo empezó una noche de diciembre en que, tras rozar con las yemas de los dedos índice y corazón durante un total de cuatro veces la portada de Homo Zapiens (qué suavecita -pensé-), decidí abrir el libro para acceder al contenido, gesto éste que supone la definitiva extracción del volumen del estante "libros por leer" y su traslado a la mesilla de noche, donde adquiere el estatus "libro leyéndose". Todo iba bien hasta que me encontré con el primer "habían" de la tarde.
"No puede ser", me dije. "No puede ser. Habré leído mal".
Volví a leer.
Dos veces más.
Otra, por si acaso.
No no no, ahí pone "habían".
Miré desconcertada la contraportada del libro. La primera página, la segunda, de nuevo la contraportada. Decidí seguir avanzando, dando por hecho que todo se debía a alguna disfuncionalidad de mi mente, tan esperada, por otra parte. Pero no: la conjugación del verbo haber seguía sucediéndose sin control: "En la cuerda habían cuerpos humanos" (pág. 134), "habían muchos que sólo lograrían alcanzar la antorcha una vez que él llegara a ella" (pág. 136), "habían en él verdaderas cámaras" (pág. 199), "Siempre deben haber tres candidatos" (pág. 229), "sólo habían dos tanques" (pág. 237), "habían tres niveles de protección" (pág. 243)... y esto son sólo unos cuantos ejemplos cogidos al azar. Puedo aceptar un "auto" por "coche" en libros distribuidos en España, e incluso un "grafito" por "graffitti" que tan de pena queda, pero por la conjugación del impersonal "haber" en castellano, no paso. Jamás. Y por que un traductor no sepa diferenciar "esta" de "ésta", tampoco.

"Quién será el artífice de tan magna hazaña", pensé. Pues un tal José Manuel Prieto. Sólo se me ocurre que el tal José Manuel Prieto sea catalán, pues es bien sabido que en catalán sí se conjuga el verbo haber, y que la mayoría de los catalanes de lengua materna tienden a confundirse con esto y muchas otras cosas cuando hablan en castellano (por mucho que piensen que son bilingües: el bilingüismo es cosa muy compleja de conseguir, no se nace con ello -no sé qué opinará Jafuda-). De ahí que Shin Chan hable raro, y tantas otras series y películas que se doblan en Cataluña (cuya industria del doblaje -y la editorial- es bastante más fuerte que en el resto del país).

Pues te has cubierto de gloria, José Manuel Prieto -pienso-. Y sin embargo, no se dirige el grueso de mi ira hacia este portento de la traducción, sino hacia el responsable de haber lanzado eso a la calle: Mondadori. Estoy dispuesta a creer que no hayan conseguido a nadie mejor para traducir del ruso (que ya es difícil, porque me consta que hay excelentes traductores de ruso por ahí sueltos). ¡Pero por dios, que un revisor no cuesta tan caro! ¡Que qué menos, que una editorial de esas características no cuente con proceso de revisión de textos! Eso pasa por poner a dirigir departamentos de editoriales a licenciados en Administración y Dirección de Empresas, o por ponerme a mí a diseñar aeropuertos.

Por supuesto, decido que esto no se va a quedar así por mi parte, y tan pronto como termino de leer el libro, me dirijo rauda y veloz a contactar con Mondadori y a hacerles conocedores de los límites de mi ironía, congoja y sutil gracejo, amén de informarles de las tres velas negras que les voy a poner.

Pero ¡ah, amigos!, cuál sería mi sorpresa cuando descubro que dentro del apartado "contacta" de su página web, lo primero que aparece es el siguiente texto:

"Debido al alto volumen de consultas que recibimos, no podemos responder a dudas que sean preguntas frecuentes como:
>blablabla
>Reportar un error en uno de nuestros libros
>blablabla
>blablabla"

O sea, que los errores son frecuentes en sus libros. Stupendo, que diría Forges. Pincho en el link de tan tremenda frase. Me lleva a "libros defectuosos y errores". Pincho sobre ello. Me lleva a "He encontrado un error o defecto en un libro. ¿A quién me dirijo?". Pincho sobre ello. Y se me abre en la pantalla un formulario que dice: "Escribe tu consulta aquí: (500 caracteres máximo)".
Dispuesta a poner sobre la mesa la mayor capacidad sintetizadora de la que soy capaz a fin de hacerles llegar toda la rabia previamente descrita en 500 caracteres, me pongo manos a la obra, cuando observo que de repente, a la hora de enviar el formulario, éste se bloquea. Cabrones. Cabrones.

Muerte a Mondadori. Muerte a Mondadori.


PS. Como entiendo que se habrán quedado ustedes muy preocupados, amigos lectores, les informo de que, para tranquilidad del mundo intelectual, Homo Zapiens parece ser el único libro de Viktor Pelevin que ha traducido el tal José Manuel Prieto. Y añado, ya para ronroneo de la que suscribe, que el siguiente libro y último publicado por Pelevin ni siquiera está en Mondadori, sino en Salamandra. Aunque vaya usté a saber qué traducción lo defiende.
Y Mondadori se lo pierde, porque el Pelevin es uno de los escritores bandera de la literatura rusa actual (ahora que el lejano Este se está poniendo tan de moda, aniversarios murales y nobeles mediante)

viernes, 25 de diciembre de 2009

Navidad

Sagem, sagem tiene lucecitas que se encienden y se apagan, mira la segunda, ahora se apaga, ¡y ahora se enciende!, tiene lucecitas que se encienden y se apagan, Sagem, el puño del jersey se va hacia atrás, gris que llueve gris gris gris, grrrrumpf, frío, blogger, blogger la tremolina, bloggerlatremolina, sniiiiif, puaj, estómago astragao, ilvico caca, estómago astragao, uaaaahhhhbostezo, ji ji, ahora la tercera lucecita se apaga, de sagem, el tío Juanillo, por el puente de Aranda se tiró setiró, y la colonia Chispas, qué me dices de la colonia Chispas, tu primeracó-loooooonia ¡chispás!, cuándo empecé yo a trabajar ahí, en enero, yo creo que fue en enero, de limón el polvorón no, qué tío, se ha comido todos los de caneeeeeela ¡chispás!, yo no sé si cuando vuelva a casa va a funcionar el internet, y el frenadol, para qué será el ibuprofeno y para qué el paracetamol, pero sabe muy mal hay 600 y hay 650 y hay 400 y Manoli, la pobre, que se queda sin su hijo en Nochebuena, chispas, el estómago astragao, puedo comerme un torrezno, o un polvorón de canela, no hay polvorones de canela, ¿se acordará alguien del anuncio del ratón de olía unos pies y bailaba flamenco?...



[Experimento literario consistente en verter la verborrea mental a la que incita un principio de gripe en una tarde de Navidad]

viernes, 18 de diciembre de 2009

La zezualidá

Amigos,

La reciente lectura de la última crónica de mi amiga Ana ha traído los efluvios de la época en que yo residía en el norte de Europa, y de un pequeño capítulo de mi existencia en que una informaba a sus allegados de cuestiones sexuales relacionadas con el lugar (como Labordeta informa de las migas extremeñas en sus periplos).

Aquí abajo lo recopilo, de nuevo. Al perro viejo, que todo se le vuelven pulgas, le resultará familiar. Pero puede que incluso así lo deguste, relamiendo de antemano el conocimiento que del hecho ya tiene.
Y el que sea nuevo, que se ilustre, rediez.
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Hoy nos proponemos hacerles partícipes de un tema tan cotidiano y habitual como es la zezualidá.

La zezualidá es un asunto primario del ser humano propiamente que en los países del norte de Europa se trata con naturalidá. La zezualidá está en el día a día cotidiano, en el que el lugareño de estas zonas se desenvuelve con soltura. Así, la zezualidá se entiende de forma amplia y tolerante, animando al individuo a tomar contacto con todas sus formas de expresión.

Veamos algunos ejemplos prácticos.

En el afecto mutuo de la pareja:
Uno de las vocablos más habituales con las que los componentes de una pareja se dirigen el uno al otro (a modo de nuestro "cari", "tesoro", "cielo" o "pichurri") es, en los Países Bajos, el vocablo poeppi, que significa, literalmente, "caquita". "Cómo te quiero, caquita", "Qué te parece si salimos con mis amigos, caquita" o "¿Te quieres casar conmigo, caquita?" serían así pues expresiones comunes de amor compartido, y muestra de la combinación de zezualidá y coprofagia.

Otra variante consiste en el término sletje, que en el mundo hispanohablante traduciríamos por "zorra", "furcia" o "putón verbenero". "Quieres que salgamos a cenar, mi zorra" o "Quiero que conozcas a mis padres, putón verbenero" se convertirían así en declaraciones de intenciones de amor puro, y hacen gala de la combinación de zezualidá, fantasías a tal efecto y tradiciones del casco antiguo de Amsterdam.

En el trazado urbano:
En el trazado urbano también encontramos ejemplos de la naturalidad con la que la zezualidá del individuo se relaciona con el entorno. Uno de los mejores ejemplos lo encontramos en la glorieta anexa a la residencia de mi amiga Loes, a saber, la Gouderegenplein ("Plaza de la Lluvia Dorada"), en la que el callejero, la escatología y la zezualidá se erigen formando un armónico conjunto.


Los alemanes, por contra, tienen un sentido de la zezualidá también natural pero no embriagador, sino de caracter más bien práctico.

Uno de los ejemplos lo encontramos en las fotografías que acompañan. La primera hace referencia a las, al parecer, distintas capacidades innatas de los sexos a la hora de manejar aparatos con motor. El letrero que aparece significa (para los no iniciados) "plaza de aparcamiento para mujeres". A los interesados, puedo ampliarles información al respecto del tamaño de las mismas y de la disposición de éstas dentro del parking. La fotografía de referencia fue tomada en Bremen, el 19 de marzo de 2007.



La segunda se da en un ambiente laboral. Concretamente, en la zona del Reeperbahn de Hamburgo, que es como el caso antiguo de Amsterdam que citábamos anteriormente, pero más organizado. El letrero que aparece en la fotografía se halla sito en una valla opaca atravesada a lo largo de una de las principales calles de prostitución, y reza (también para los no iniciados): "prohibida la entrada a menores de 18 años y a mujeres". Y, efectivamente, junto a la valla hay un caballero que se asegura de que tales disposiciones no se incumplan. De tal forma que, siendo mujer, no se puede acceder (ni atisbar) la calle. Esta otra fotografía fue tomada el 17 de mayo de 2009.


Y hasta aquí nuestra lección de hoy, amigos.

domingo, 6 de diciembre de 2009

La modernidad, el aburrimiento

Aburrirse es cosa peligrosa. Aburrirse le deja a uno el campo libre para concebir cosas terribles, como reflexionar al respecto de su propia existencia y generar pensamientos, por lo general, destructivos, ya sean para sí mismo o para el entorno. "Pero a mí quién me mandó hacerme astronauta", "Tarda mucho Marilú en volver de la compra, pa mí que ha conocido a alguien", "Y si pusiera Camela a tope en esta noche de miércoles y abriera las ventanas", "Voy a pintar unos girasoles muy grandes así como con rayajos y luego lo guardo hasta que me muera y lo descubra mi hermano -jiji, y me corto una oreja y se la dejo al lado, se va a cagar-", "Qué te parece Pierre si empezamos a desmigar la pechblenda ésta y con lo que quede probamos a hacernos fotos del cuerpo por dentro", "Cuántos judíos cabrán de una sola tacada en una cámara de gas de 10 x 20".

Sólo les diré que La Tremolina nació una tarde de aburrimiento, como saben los lectores de solera. Una tarde de Nochevieja, concretamente la de 2007, en la que esperaba paciente en la casa familiar nuclear a que la gente se atusara para ir a un cenorrio familiar no nuclear. Apuesto a que El Tedio, ese bichardo con pelos al que también conocen los lectores más fieles, me lanzó la pregunta terrible agazapado desde detrás de un silla, directamente al oído, para que me entrara directo por el caracol hasta lo más profundo del cerebelo como un aguijonazo. "¿Qué será eso de los blós que mentó Sebas...?". El resultado, ya lo conocen.

Esta semana pasada he estado jugando al tute con El Tedio. Toda la semana, en mi lugar de trabajo. Mi jefe no estaba y, dado que mi cometido se basa en un mano a mano con él, no me quedó otra que sacar el tapete verde y pegarle al as de oros. En esas estábamos cuando El Tedio, cigarrillo colgando de la comisura del labio y en el momento justo en que yo iba a cantar las cuarenta, me espetó: "Igual eso del feisbuk no está tan mal. Mira que hasta Mario y El Tío Matt se han hecho. No sólo debe de ser para los que compran las novedades de Matilde Asensi".
Hijo de puta. Cómo sabe cómo distraerme.
Huelga decir que me ganó la mano: yo ya me pasé el resto de la tarde rumiando sus palabras. Y efectivamente. Porque se ve que, en mi caso, en momentos de aburrimiento me da por la tecnología. Que nadie me deje un láser al alcance.

Sí, amigos. La Tremolina tiene feisbuk. Tiene página de amistad y hasta página de fan, incluso. Porque yo, puestos a hacer las cosas, las hago bien. Es mi yo alemán. Exactitud y detalle. Por ejemplo, puedo decirles que el número exacto es 800 judíos.

domingo, 29 de noviembre de 2009

Cómo regalar 16 euros a la jet set teatral

Amigos,

Ayer me fui con el que me acompaña y el novio que le lleva a los teatros a presenciar un espectáculo que goza de cierto nombre y que, según anuncia, lleva 15 años subsisitendo con el resto de la cartelera madrileña: La katarsis del tomatazo. ¿Qué sabemos de La katarsis del tomatazo? Pues sabemos que se trata de un chou donde los alumnos de una de las más afamadas escuelas teatrales de la capital realizan una serie de sketches teatrales y que, si te gusta, les aplaudes, y si no consideras que lo hagan bien, les tiras un tomate que previamente te han facilitado. Pues bueno. Puede pintar simpático. Ea p'allá, vamos a verlo.

La entrada, vía Atrápalo, cuesta 16 euros. Entiendo que in situ será más cara. Incluye un refresco o una caña, eso sí.

En fin. Después de esperar cosa de una hora mientras una serie de personajes disfrazados de esperpéntico se pasea por allí, se permite por fin el acceso a la sala. Y allí que nos depositamos sobre nuestros asientos.

Qué quieren que les cuente. El espectáculo me sorprendió. Me sorprendió principalmente por lo inesperadamente malo que es. Pero malo, malo, malo con ganas. Malo que de haberlo sabido me habría ido a la representación de La casa de Bernarda Alba de cualquier grupo de jubilados de Móstoles. Malo de que, si se esfuerzan, no es peor.
Un texto de caca-culo-pedo-pis ya muy visto, predecible, chabacano y que convierte a Los Morancos en paradigma del humor intelectual. Unos chavales aspirantes a actores (y lo digo con toda la base: en la escuelateatro hay un cartel que dice "Abierto el plazo de inscripción para adolescentes y adultos") que, a excepción de un par de ellos (de ellas, más concretamente), no dejan mucha diferencia con la obra de teatro que hacíamos en el cole motu proprio en fin de curso.
Pero no se preocupen: donde hay vida hay esperanza. Y pensando en ese espectador que puede quizá no quedar satisfecho con esos sesudos diálogos, esa puesta en escena, ese buen hacer de sus actores, ese espectador que, erróneamente, puede llegar a concebir la idea de que acaba de tirar 16 euros a la basura, se han guardado un golpe de efecto en la manga: en una espiral nostálgica que el público no espera, la obra de teatro nos devuelve al núcleo duro de una de las más brillantes etapas del cine español: el destape. Sí, amigos: el espectáculo incluye culos y tetas para ser degustados por el espectador exigente -lo que a su vez, y como es sabido, consagra a una actriz, la convierte en actriz auténtica, le aporta la madurez actoral que la hace merecedora del papel protagonista en la próxima película de Costa-Gavras. "Tú a donde vas, piltrafilla, ¿acaso has enseñado las tetas? Pues te quedas de recogetomates"*.

Entiendo que me estoy enrollando. Entiendo que ustedes, oh público lector, a lo que irían a la obra es a tirar tomates, y punto. Pues tampoco se emocionen: los tomates se tiran en un pequeño porcentaje de tiempo de lo que dura esa indigestión. Lo demás son coreografías de barrio, los culos y tetas ya mentados y, eso sí, una retahíla de reivindicaciones cheguevara trasnochadas y deslucidas. Un regreso a la pubertad, en suma. Por la que apoquinas 16 euros.
Y encima los tomates no estallan.

En fin. Que yo, y otros como yo con los que hablo al salir de la función, le hemos regalado 14 euros a Cristina Rota (descuento 2 del Nestea). Eso, sumado a lo que los chavales inviertan en concepto de matrícula año tras año (cuya cuantía desconozco, ya que no aparece en la página web de la escuela), espero que dé para vivir y para seguir montando espectáculos. Y para que Juan Diego Botto se costee algún cursito en alguna otra parte -que, y ahora entiendo por qué, siempre me pareció muy mal ¿actor?-.
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*diálogo ficticio que sibilinamente imagino en una posible discusión entre dos integrantes del grupo a la finalización del evento.

Nota al pie: tengo entendido que no en todas las representaciones toman parte los mismos integrantes. De corazón espero que, si se les ocurre pasar por allí, no sean los mismos que yo tuve ocasión de degustar.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Cosas que hacen que la vida valga la pena II

Esta tarde ha aparecido por la espalda y sin avisar una canción que no esperaba, y que me ha puesto ante los ojos una polaroid de hace casi cuatro años, de una mañana en que yo, viviendo en Holanda, concretamente en La Haya, recibí una llamada de mi amiga Amber instandome a ir por la tarde a Amsterdam a ver el desfile del orgullo gay. Pues bueno, bien. Tarde de sol en agosto, es un buen modo de pasar el rato -unos ratos que, por lo demás, pueden hacerse eternos en ese país-.

Son las 3 de la tarde cuando salgo con Amber de la estación, a donde me ha ido a recoger. La primera sorpresa es que el desfile aquí, lógicamente, es por los canales. Así que los transeúntes, en lugar de mirar a las carrozas parriba, miran a los barquitos pabajo. Uno se sitúa con sumo cuidado al borde de alguno y, armado de paciencia, ve pasar las horas. Y las curiosidades.

Una novedad de pro es que allí, conscientes de que este colectivo de antiguamente apestados lo que están es podridos pero de dinero en amplia medida, muchas de las barcazas están patrocinadas por empresas, o son directamente de empresas (y "desfilan" los empleados). Por ejemplo, ING. O Rabobank, que le viene al pelo y que, para los no iniciados, es uno de los principales bancos de Holanda (y no de semen, pese al nombre). Y es que en Holanda la pela es la pela y a ti te encontré en la calle, os lo garantizo.

En fin. Las barcas van pasando y yo me empiezo a amodorrar un poco. Que si unos vestidos de marineros, que si otros con plumas rosas... pues en fin, lo natural. Costumbres.

Amber continúa frenética saltando y saludando a todo procesionista y yo me pregunto cómo es posible que no esté aburrida ya de tanto orgullo suelto cuando de repente llega a mis oídos, desde muy lejos, una melodía que creo identificar. "No puede ser", me digo. "Es un efecto oasis, como en el desierto, porque llevas ya rato fuera del terruño y esto es todo muy monótono, y te estás montando una ilusión acústica, Tremolina, que tú de esto sabes mucho". Pero cuál sería mi sorpresa cuando observo que, en el giro del canal unos 40 segundos después, aparece efectivamente lo que viene siendo una barcaza con 40 tíos vestidos de tenista cantando el Eres tú de Mocedades. Con Amaya de fondo en dolby surround y ellos consiguiendo imponerse por encima de su voz, "eeee-ruesssss-chúuuuuu!!!!!..." Pero más aún inverosímil resulta girarte, ojiplática, hacia tu amiga, para comprobar que ella también se ha arrancado por aguas de la fuente y a todo lo que dé.
Sin otra opción posible, rompo a partirme de risa, a fin de sobrevivir mínimamente antes de ser abducida en esta rotura del espacio-tiempo.

Una vez ha pasado la barcaza y se ha perdido en el siguiente giro, Amber me explica que "Eres tú" fue votada como la mejor canción de la historia de Eurovisión según los holandeses, en una especie de concurso-referendum que había habido hacía unos meses.

Y esta es otra de las cosas que hacen que la vida valga la pena.





(Para los curiosos y los olvidadizos, quedaron en el 2º puesto)

domingo, 8 de noviembre de 2009

domingo, 1 de noviembre de 2009

El Trío Sacapuntas

Ayer se juntaron en Berlín los tres jinetes del apocalipsis. George Bush padre, Helmut Kohl y el espítiru santo Gorbachov, a cuál más gagá. El que mejor se conserva es Gorbachov: será por el fresquito de haberlo mandado a Siberia. Ahí estaban los tres: Kohl en su silla de ruedas quejándose de que ya estaba bien de fotos, Bush con su bastón, y Gorby soltando pullitas: "sí, sí, es que todas las potencias y sus dirigentes tienen que preguntarse cómo hacen las cosas o están condenadas a perecer...", así como diciendo por lo bajinis a Bush: "oye echa un ojo al niño que desde que te conducía borracho en la universidad es que no ha parao de armarla, el jodío". Y el otro respondiendo con la mirada: "Pues anda que tu Putin..."

Los tres juntos. Para conmemorar la caída del Muro. Hace 20 años.

Hace 20 años, cuando un tipo con gafas trepó a lo alto del hormigón, y otro la emprendía a golpes con un martillo, a Europa le entró un subidón adrenalínico que le impidió pararse a pensar "y ahora cómo lo hacemos". A mi ex-semisuegro le caían unas lágrimas frente al televisor de su Essen occidental que no se le conocían, y mi amigo Sebastian pasó a ser de un país que iba a tardar muy poco en dejar de existir. Honecker metía en bolsas de basura todo lo que le daba tiempo a meter como si de un alcalde de Marbella se tratare. Y Gorbachov debía de pensar: "joder, igual no me expliqué bien con lo de la perestroika".
Todos debimos de pensar que con quitar la alambrada, ya estaba todo solucionado. Y no.

Apenas unos meses después de que los berlineses del Este y del Oeste se abrazaran a medio camino, Kohl ganó unas elecciones en las que tres opciones políticas que venían a significar tres yahoraqués diferentes estaban sobre la mesa. La que ganó, la de Kohl, era la más radical: occidentalizar cuanto antes, sobre todo económicamente, a la Alemania del Este, es decir: una anexión, más que una reunificación, si me permiten decirlo así. Fue tal la velocidad del hecho que para el 12 de septiembre de 1990, cuando no hacía ni un año que dos países que no se habían visto las caras en 40 años de repente se encontraran de frente, se firma en Moscú el tratado que finiquita la "Cuestión Alemana". Y la RDA deja de existir.

Para el común de los mortales, parece que la Guerra Fría dejó de existir también entonces. No se dan cuenta de que un altísimo porcentaje de los conflictos de hoy en día, si no todos, son meros rabotazos de aquella. No era tema común en las noticias del año 94 la responsabilidad moral de la Unión Europea en el asedio de Sarajevo, y parece que las crisis de Oriente Medio salgan de la nada. África, también, dejada a su suerte, cual metonimia del Sáhara occidental; Afaganistán, esa fístula.

Me pregunto qué pensarán los tres ahí en la tribuna bajo la luz de los flashes. Sobre todo, me pregunto qué pensará Gorbachov. De entre los tres, siempre me resultó el más inescrutable. Por ser el menos predecible. Habrá quien diga que es un Suárez. Pero me temo que las motivaciones son opuestas.

jueves, 29 de octubre de 2009

De langostinos y conejos

Hola, amigos:

Hoy me manifiesto desde la casa materna. Estar en casa de tus padres mola porque vuelves a tener 7 años y, a excepción de limpiarte el culete después de hacer pis, te hacen todo lo demás (y lo del culete, porque no lo pidas). Vuelves a ser reina mora y ese monstruo tronador que gritaba "¡¡¡a poner la mesa!!!" se ha reconvertido en los abuelos portacaprichos que ya no tienes. Eso sí, el día que tengan nietos de verdad, se acabó el reinado.

Pero estar en casa de tus padres no mola porque, en mi caso particular, casi siempre va ligado a un trámite médico.

Hoy ha tocado el ginecólogo.

Yo de verdad me pregunto qué hombre en su sano juicio decide estudiar 6 años para acabar viendo coños en serie. Es que así no se disfrutan. Y encima, como decía El Chivi: coños rapados, coños con pelo, coños cerrados, coños en celo, coños lavados, coños con costra, coños viscosos como una ostra...

Ir al ginecólogo es toda una experiencia. Es el clímax de toda frígida: abrirse de patas estando autorizado moralmente a pensar "azul, voy a pintar el techo de azul".
El ginecólogo es un lugar donde tienes que hacer muchas cuentas en un intervalo de 32 segundos para contestar cuánto te duró la última regla restando el día que vino y considerando el ratio de flujo más la raíz cuadrada de diez, y total que si se fue el 23 le añado dos, por si me he equivocado, que también puede pasar, "¡Cuatro!", mientras a su vez te estás despelotando para subirte al potro de la humillación donde, eso sí, muy púdicamente te ponen una especie de sabanilla sobre la tripa. Que te dan ganas de decirle al señor doctor "mire usté, si me va usté a hacer el mapa geográfico del body serrano con pintura a dedo, ahorrése la sábana: con confianza".

Y el miedo. El miedo a que el ginecólogo toque donde no debe y te salga alguna suerte de gemidillo, que la nerviatura es la nerviatura. Qué corte. Tú ahí tan expuesta. Azul, voy a pintar el techo de azul, Tremolina concéntrate en azul.

"Pues esto ya está". Y tú sabes que tras la frase tienes 48 segundos para hallarte en la puta calle con tu volante, receta o lo que se tercie en la mano, que tiene que entrar la siguiente a la sala. Esta es la parte más divertida de la consulta. Ver cómo salen las que han entrado antes que tú. Yo hasta ahora he conseguido mantener la dignidad y creo ostentar el record de mi municipio con sólamente los zapatos desabrochados. Ni que me hubiera pasado la vida huyendo de casas ajenas ante la llegada de esposas intempestivas.

En fin. Mi mamá me ha preparado lubina al horno y ha comprado langostinos para la ocasión. Me voy a deleitarme en mi infancia recuperada. Y por cierto, no sé qué les habrá parecido a ustedes la crónica, pero a mí seguro que me entran visitantes del gúguel a espuertas.

A ver si esos se dejan el parné, porque lo que es ustedes, han hecho caso omiso total a mi sugerencia de lo de la cuenta.

Cabrones.

lunes, 26 de octubre de 2009

Et voilà

Estimados súbditos:

Son muchas las voces que reclaman mi vuelta. Sabía que llegaría el momento en que no podríais vivir sin mí. A tal efecto, os recuerdo que mi número de cuenta se halla accesible para ingresos a todo el que lo desee.

Muy rápida y brevemente puedo deciros que acabo de regresar de la Conchinchina (¿o es Cochinchina?). Sólo puedo deciros, amados súbditos, que es una puta mierda. No el lugar en sí, sino la gente que lo habita. Es más: voy a desarrollar, dentro de la psicolgía bélico-social, la teoría de que ni franceses ni estadounidenses se fueron de allí por derrota militar, sino por mera hartura. Qué cansinos son los jodíos. Debí recapacitar más profundamente sobre la frase "están totalmente volcados al turismo" cuando la oí.

Mi intervención de hoy es muy breve, lo sé. Acusen al jet lag y a mi inminente salida del currelo. Dedicaré más profusos esfuerzos a los inviables esos en lo sucesivo, probablemente en el Astrolabio, en formato distinto del de los Balcanes, eso sí. Por cierto, a ver si acabo con Kosovo de una vez, que ya me vale.

En fin, nada más por el momento. Duerman bien. Su Tremolina ha vuelto sana y salva. Han intentado que no fuera así, pero nada hay en el mundo que pueda acabar con los resquicios de picaresca española que quedan sueltos.

Ea.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Cuestión de principios

La aventura de la moto y el comentario de Mi Señora Madre me han devuelto al cerebelo una instamatic de la infancia de mi mamá, en la que ya se podía adivinar eso del genio y figura, y que no hacía sino presagiar lo que habría de venir después en el buen hacer de la mentada. Y que yo me voy a permitir reproducir aquí.

Efectivamente, cuando mi madre y tíos eran jóvenes, mis abuelos debieron de convenir que la mejor forma de transportar a la prole y a sí mismos era una moto con sidecar, a falta de utilitarios ni capacidad de poseerlos en esas épocas. Así pues, adquirieron el vehículo en donde se transportaban los cinco e incluso, a veces, hasta los seis, considerando que en mi familia, como en las familias decentes, la suegra convivía en la misma casa (y entiendo que el suegro ya había fallecido, que si no, serían los siete).

Así es como una de esos días como otros cualesquiera del año 1959, iba la tribu de los Brady a la López Vázquez por las calles de Madrid, con mi abuelo y mi tío en la moto, mi abuela en el sidecar con mi otro tío (bebé entonces) en brazos, y mi madre y sus 9 años de edad en el sidecar junto a mi abuela, cuando, al girar por la Costanilla de los Ángeles, descubrió mi abuelo, oh diosa Fortuna, que a la moto no le respondían los frenos. Ay la leche. La moto empezó a coger velocidad calle abajo y eso no frenaba. Así que, ante el imponderable de ir a parar a la calle Arenal de frente, sin frenos y con toda la parentela practicando el cuerpo a cuerpo contra las hordas de chulapos y chulapas, optó por una solución más a la medida de cualquier español de a pie: improvisar la frenada a base de refregarse contra los edificios de la calzada.

Así pues, se tiró a la derecha para que el sidecar hiciera de parachoques, eso empezó a chirriar cosa fina, hasta que finalmente, ya a velocidad considerablemente reducida, le dio por dos más dos cuatro me llevo una y esto se para del todo: empotrarse a lo bruto con el esquinazo de un portal. A todo esto, con el guirigay (que no es un extranjero homosexual, sino un alboroto), los vecinos empezaron a asomarse, y una señora salió toda frenética del portal, agitando las manos, mientras exclamaba: “¡¡¡ay dios mío!!! ¡¡un accidente!! ¡¡un accidente!! ¡¡y con niños!! ¡¡ay dios mío!! ¿están ustedes bien!! ¡¡ay dios mío!! ¡¡y con niños!! ¿Están ustedes bien!! ¿Quieren algo, un vaso de agua, comer algo, un café? ¡¡ay dios mío!!”

Ante lo que mi madre y sus 9 años edad se levantaron muy dignamente y contestaron: “Señora: si no es café “el Cafeto”, ¡¡prefiero morirme!!”




(El café “el Cafeto” se anunciaba por la radio entonces con un eslogan que decía “si no es café el Cafeto, ¡prefiero morirme!”, y debía de ser lo más)

lunes, 14 de septiembre de 2009

El Tío Matt

Queridos sobrinos en potencia:

Es mi deber y placer presentar en sociedad un incunable, una joya de la literatura, un algo que tuvo que haber sido hace mucho tiempo y nunca fue. Hasta que por fin la lógica ha entrado en razón y ha sido inaugurado, recientemente, el blog del Tío Matt.

Déjenme que les hable del Tío Matt. Yo al Tío Matt lo conocí por culpa de Kosovo. “Pues tengo yo un amigo que ha estado en Kosovo hace unos meses…”, empezaba la frase que me haría entrar en una nueva dimensión del tiempo, el espacio y la percepción. La frase la estaba diciendo Juan, un compañero de trabajo, por una evocación de la memoria que le había asaltado ante el hecho de que yo quisiera irme a los Balcanes de nuevo, esta vez al sur-sureste (véase el Astrolabio de Livingstone para un conocimiento más profundo sobre el particular).

-Y tu amigo, qué es, soldao, ¿no?
-No, no, qué va
-De una ONG
-No
-Traficante de armas
-No, ¡qué va! ¡Es viajero!
-(...)
-Ahora te paso unas postales que nos ha escrito…

Ante tal sacudida de mis cimientos en lo que a trabajos y aficiones se refiere, ardía en deseos de tener constancia de la existencia del Tío Matt. Leí las postales. Qué deleite. Qué buen hacer de la palabra y la observancia. Yo tenía que contactar con el Tío Matt, tenía que hacerle saber que existo, tenía que hacerle saber como fuera que en mí había encontrado una fan cuya admiración perduraría más allá de la muerte, como las de Jim Morrison. Pero no iba a ser fácil: Juan se hacía de rogar mucho a la hora de hacerme partícipe del contacto de tan alta personalidad.

Y al final, como por sorpresa, llegó. El Tío Matt se manisfestó en forma de email en mi propio buzón de correo electrónico, ofreciéndome sus servicios como despejador de prácticas dudas balcánicas si así lo necesitare. El Tío Matt en código binario. Qué deleite.

“Estimado Tío Matt: Muchas gracias por su ofrecimiento. Me será sin duda muy útil poder consultarle al respecto de los transportes de Pristina. Quería también comentarle que estoy enamorada de usted. Y no sé si sabrá la frecuencia de trenes entre Belgrado y Novi Sad”

Mi conciencia del Tío Matt se fue ampliando hasta desarrollar lo que yo hoy denominaría una amistad (no sé si él convendrá. Entiendo que sí, porque en alguna ocasión me ha fabricado y regalado trufas de chocolate de ron y canela). El que me acompaña me consta que también se enamoró de él a través de sus postales, y sé que ahora mismo, la mayor parte de los que estáis leyendo esto, estáis llamados a formar parte del ejército de sobrinos; ya lo sois en potencia, sólo que no os habéis dado cuenta. Sólo necesitáis las postales que, ahora sí, habitan en su blog. Larga vida al blog del Tío Matt.

(La otra parte se afiliará al matteismo en cuanto el Tío haga público su listado de las 100 personas a las que fusilará en cuanto llegue la Revolución, seguro)

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Saldando cuentas

Hace no muchos días, saldé una deuda pendiente que tenía contraída con mi adolescencia. A saber: monté en una moto. Sí, qué quieren que les diga: nunca había subido propiamente en moto. Había medio-matádome por una moto, pero nunca propiamente paseado en ella como las series de televisión estadounidenses me indicaban que hacían las chicas más populares del instituto. Así no había forma de ascender, y así fue que me pasé la adolescencia pasando desapercibida (o eso creía yo entonces).

Pero al tema: que hace unos días, entre pintos y flautas y zarandajas, surgió con unos compañeros mi incomparable falta de no haber subido nunca en moto. “¡Pero eso no puede ser!”, exclamó Manolo. “¡Eso hay que arreglarlo ya mismo!”, y muy amablemente me convidó a llevarme a casa cual rubia rolliza en el asiento trasero de su vehículo motorizado de dos ruedas.

-Glup (me dije yo así pa mí)
-¿No quieres?
-No… si sí… pero es que… como hoy llevo falda… (balbuceé yo, mientras observaba de reojo lo que a mí me parecía una máquina infernal ultrasónica y que al parecer resulta ser un “125 de ná”)
-Bueno, pues otro día que lleves pantalones, no te libras
-Vale… (madremíaenlaquemehemetido)

Y efectivamente. Otro día que llevaba pantalones, no me libré.

Sube aquí. Pon el pie allí. Te agarras acá. Y el casco así. Y eso que arranca. Y la Nacional II es nuestra amiga. Joder.

-¿Qué tal?
-Bien
Para mi sorpresa, consigo que el “bien” suene de forma inteligible, pese a lo apretado de los dientes. Bien los cojones. Voy modelo palo de escoba. Agarrada al asa de atrás que como nos demos una leche lo arranco de cuajo, pero no se suelta la mano, descuida. Coches a la derecha. Coches a la izquierda. Coches por delante. Coches por detrás. Joder con las curvas. Muchacha no trepes por la moto que nos vamos a pique.

Este rigor mortis duró hasta la Puerta de Alcalá, en que yo ya más o menos me fui confiando y hasta fui relajando los brazos. Era cuestión de dos segundos más relejarme del todo y disfrutar el paseo, casi casi saludando a ambos lados de la calle, cual coche de caballos con Señora De Apellido. Y descubrir pequeños placeres. Separar los dedillos de los pies y notar el viento entre ellos. Disfrutar de la vista de la calle sin cristales, como andando, pero más rápido. Esa especie de comunión con otros motoristas.

Me gustó, si señor. Ya a la altura de Plaza de España, la soltura con el medio era total: sólo me faltó desabrocharme la blusa y ponerme de pie frente a los camioneros a lo Ruta 66. Qué perdida, qué perdida, no haberme ligao al capitán del equipo de rugby en su momento. Pero en el pueblo en el que crecí sólo había punkies de ocasión y visionarios que criaban conejos.

Y tanto es así, que hoy me han vuelto a proponer otro paseo en moto: esta vez, vía Malasaña. No se hable más: la Tremo Davidson, la primera.

domingo, 23 de agosto de 2009

Mi amigo Ban

Me ha escrito Ban Ki-moon. Ya sabía yo que mis estudios y tanto reflexionar sobre conflictos pasados y presentes iba a tener su recompensa.


"Contact Fast Track Courier MContact Fast Track Cour..."
Seguro que es un mensaje en clave.

No se me ocurre qué puede Ban Ki-moon necesitar de mí. ¿Que vaya a recontar papeletas a Afganistán? No, no puede ser semejante asunto, la televisión española ya nos dio a entender el otro día que la cosa tampoco era tan importante, al eliminar los informativos de la noche en pos de un partido de fútbol que jugaba no sé quién en no sé dónde. Confieso que tal decisión televisiva me despistó un poco. "¿Y pa eso llevan tres semanas dando la vara con las elecciones de Afganistán, pa que ahora nos quedemos sin tratar el día D hora H?", recuerdo que pensé. Es como tragarte 3 horas de Éxodo para que al final se fastidie el Supercinexin del pueblo y te quedes sin saber si Paul Newman a la israelí hace el amor o la guerra.

Qué podría querer Ban Ki-moon de mí. Hm. Que localice a los jugadores de baloncesto cubanos fugados en Canarias, incluido a su Gasol de allí, a fin de evitar un conflicto diplomático entre lo que quede de Fidel, lo que dejen a Raúl, y el propietario de Sol Meliá. Hm, no, tampoco debe de ser esto. Este asunto también fue eliminado en pos del ya mentado partido, así que no debe de importarnos mucho aquí en Iberia si los señores de mi cuba corasón han cambiado la isla por un archipiélago.

Que podría querer Ban Ki-moon de mí. Es un misterio sin precedentes en el rato que llevo viva. No se me ocurren más conjeturas. Voy a abrir el mensaje.

(leer)...

(leer)...

(leído). Ban Ki-moon lo que quiere es que compre Viagra. Debe de tratarse de cambiar los kalashnikovs por desahogos más saludables. Hm. Ya. Comprendo. Pues lo siento, Ban, pero todo tiene un límite, y como hace poco oí decir: "la patria es la empresa". Y yo me niego a comprarle a la competencia.

Y a los chinos.

martes, 4 de agosto de 2009

Asaltos (III)

A veces, me gustaría comentarte cosas.

A veces, te veo por la calle
en un disco de La Fnac
en una pareja que cruza
en una butaca de la fila 5
en un trozo de papel
y te me quedo mirando,
y me gustaría comentarte cosas
y me quedo a un palmo del teclado

y me gustaría comentarte cosas:

las preguntas de lo cotidiano que me acechan
las dudas de lo social que acontecen
el reverso de las hojas de los árboles.

Me gustaría comentarte cosas

y al filo de la cuerda vocal
se quedan agazapados en tropel los comentarios,
nada de carguen apunten fuego

se quedan agazapadas las perlas de mi boca
al ritmo que acostumbran
en la paciencia que demandan
porque puede que el terreno de batalla
les resulte de lo más inhóspito
y ellas, tan pacíficas
lo que desean es un transitable acogimiento.

Y así acuno como puedo
las cosas que quisiera comentarte.


(Felicitando al señor de las leyes, 3 días después de su cumpleaños, 3 años después de estas líneas, en una mañana como hoy en que, al abrir un cajón, el papel donde descansan, contrapronóstico, se ha asomado desde el fondo, esquivando veintidós folletos de telepizza :))

lunes, 3 de agosto de 2009

Doblete

El viernes pasado salí del trabajo con un ímpetu enérgico como hacía mucho que no me gastaba. Una vitalidad abrumadora, un ansia de comerme el mundo por una pata, un ánimo embriagador que me empujaba a llevar a cabo las más temerarias aventuras con la absoluta conciencia de ser capaz de concluirlas con éxito: yo soy un ganador nato. Salí del ascensor, crucé la puerta, me dio en sol en la cara. Saqué el teléfono del bolso. Llamé al que me acompaña.
-Hola, agárrate a la silla béibi por el plan que tengo que proponerte para esta tarde.
-Dime.
-Vamos al cine.
-Vale.

Y así fue como nuestros dos protagonistas se dieron cita en una bocacalle del centro de Madrid y se fueron andandito andandito a los multicines Golem, que desde que se hicieron cadena, ingresaron en el mundo empresarial de actualidá y dejaron de llamarse Alphaville, ese es el título nobiliario que ostentan.

Los multicines Golem no tienen pipas ni palomitas ni chicles ni cocacolas. Es lo que hace que no huela mal en ellos y, sobre todo, tiene la función principal de espantar a quinceañeras de Móstoles, ñetas de manada, abuelas de Serrano y hordas de estadounidenses de intercambio, éstos últimos, protagonistas de la peor experiencia cinematográfica acaecida en mi vida por acción y efecto de compartir sala de cine (nunca máis, nunca máis). En los cines Golem, a lo sumo, hay que padecer a algún gafapasta de vanguardia o a algún despistado del año 77 que no se ha desecho aún de su americana con coderas, siempre acompañado de su periódico bajo el brazo (El País); pero estos suelen ir solateras, así que no dan mucho la paliza durante la función. En fin: todo lo expresado anteriormente, junto al hecho notable y primordial de que se encuentren al lado de casa, convierte a los multicines Golem en uno de mis favoritos. Además, en ellos hablan en raro, y eso es muy divertido.
Así pues, yo soy mujer de costumbres y es difícil sacarme de mi sota-caballo-rey. Sólo un día recuerdo haberme desviado de la senda correcta, en que acudí a los cines Palacio de la Prensa una tarde. Todo lleno de señoras muy permanentadas en sus sesenta y algo. La película era Camino. Imagínense la penitencia.

Nos acercamos a la taquilla (“ahora creo que es sonoro”, le comenté al que me acompaña, tanto tiempo hacía que no asistíamos a una proyección). Dos para Brüno por favor. Acoquinamos el precio (ozú) y nos introdujimos en la sala 3.
La película, muy bien. Es de una polla que canta (ruego me disculpen mis lectores más reaccionarios y/o susceptibles). Me reí en ocasiones a carcajada limpia (lo cual no es en absoluto habitual en mi caso). Huelga decir que no se les ocurra ir a verla si son ustedes de los que aborrecieron Borat (si Borat sin embargo les gustó, no duden en armarse de un diazepan que les agrogue un poco frente a brutalidades múltiples y acudir a algún pase de Brüno, lo disfrutarán).

El caso es que, ante el subidón de adrenalina y la ruptura de la monotonía que supuso en esta mi pareja de dos lo de ir al cine, decidimos tirar la casa por la ventana y volver el domingo. Como un señor. Yo creo que el tipo de la taquilla nos guiñó un ojo y todo. No sé a quién de los dos.
En esta ocasión, vimos Up. Aquí no tengo reparo ninguno en decirles: ya están perdiendo el tiempo para ir a verla. Todos. Reaccionarios o no





(he intentado añadir trailer de Brüno, pero Youtube no me lo permite)

viernes, 24 de julio de 2009

Ten contento al sastre

Tras el post anterior sobre Honduras, hay quien me ha tachado de “antiamericana”. ¿?. Nada más lejos de la realidad. Es imposible ser antiamericano. Gran parte de nuestros valores de hoy son de importación estadounidense. Como la ambición, por ejemplo. Cuando yo era pequeña, un ambicioso era un ser repugnante e indeseable que daba repelús a 20 metros a la redonda. Hoy, la ambición se ha convertido en una virtud tal que, si en un trabajo descubren que no la tienes, te empiezan a mirar cual tía solterona de a vestir santos en 1955: con una mezcla de pena, condescendencia e hilaridad. Si no eres ambicioso, serás un don nadie ad infinitum.
Y eso viene a ser malo.
Pero volviendo a USA: no, yo no soy “antiamericana”. Un país que le ha dado al mundo el swing, el jazz y Las Chicas de Oro no puede ser, por definición, malo.

Ayer tuve ocasión de degustar un concierto de jazz que me encontré en plena Plazaspaña según bajaba para casa, de esos inscritos en los "Veranos de la Villa" para disfrute del popolo. Muy bien, llenazo absoluto, “-¿Cóoomo estaba la plaza? –Abarrotáaaaa!!!”.
Se arrancaron los de la Lancashire Student Jazz Orchestra por In the mood, y la aprovecharon para presentar un poquito en sociedad a las jóvenes promesas de la música de Lancashire, gracias a una serie de solos que el director permitió marcarse a los más avezados alumnos. Bien, bien, In the mood –y subsiguientes- bien. Hete aquí que, a mitad de concierto, cuando los ánimos de las gentes estaban ninasimonezados a todo gas, presenta el director el siguiente tema musical que van a interpretar: Keep the tailor satisfied*. Silencio en la plaza. Inquietud latente. “Ahora es cuando la Espe los corre a gorrazos”, pienso. Pero no. Nuestros funcionarios municipales no defraudan, ya que, como se espera de ellos, no deben de entender mucho inglés. Y la fiesta sigue como prometía: solos de trombón de un descendiente de Stevie Wonder, una señora entrada en edad que debía de estar sustituyendo a su hija, enferma de paperas, una reencarnación de las Bangles que tocaba el bajo y una cantante con una voz estupenda, que debía de ser la prima fea de Barbara Streisand, eso sí. Bien, estuvo muy bien. Sólo les digo que la última nota del concierto, cierre final, fue un toque de triángulo. Inigualable. Sublime.

Mucho más que las lágrimas de Gemma Mengual, diciendo que las juezas de los mundiales de Roma de natación sincronizada le habían regalado la medalla de oro a las putas rusas de los cojones (esto último no lo ha dicho así, iba implícito en la tercera lágrima).
Desconozco las vicisitudes de la natación sincronizada. A mí lo que ha hecho la Mengual me ha gustado mucho. Y a lo mejor se lo han dao a las rusas por rutina y costumbre. O por acojone. Ahora que Rusia está volviendo al estalinismo espiritual (o sea: dejarte en espíritu y ventilarse tu cuerpo), igual les da canguelo. Por muy sofisticado que sea el polonio, y por mucho encanto james bond que tenga el matón moscovita de turno, pa mí que las jueces prefieren seguir pisando tierra. Mejor que flotar en agua.

Por si acaso.



*"Ten contento al sastre"

viernes, 3 de julio de 2009

¿Honduragua?

En Afganistán, y como ya es bien sabido después de tanta crisis afgana, Estados Unidos armó y organizó al entonces grupo de rebeldillos integristas que se paseaban por el mundo en harapos estudiando la teórica palabra y voluntad de un dios coyuntural en las madrassas pakistaníes, y que venía bien, a efectos de presentar serios inconvenientes al avance soviético en el país, donde la URSS recibió la extremaunción, allá por los 80. Esta formación y dotación armamentística se ha alzado ahora en serios inconvenientes para EEUU, como todos sabemos, un par de décadas después, ahora que a ese grupo de rebeldillos le ha dado por emprender la guerra santa, empezando por el núcleo comercial estadounidense en forma de torres de hormigón.

No es nuevo para USA. Le ha ocurrido en multitud de ocasiones. Le ha ocurrido siempre, de hecho, y es que llegado un cierto momento lo mío es mío y a ti te encontré en la calle. Y me pregunto si será esto lo que le regurgita a Obama en estos días, cuando se esfuerza por defender internacionalmente la legitimidad de la democracia en Honduras y desterrar por completo el fantasma de tiempos pasados, en que los ejércitos se alzaban en Centroamérica con la misma frecuencia con que Suiza convoca consultas públicas, pasatiempo nacional de los domingos en el país de los quesos, el chocolate y los lingotes.


Siguiendo la Doctrina de Seguridad Nacional y los principios de la Alianza para el Progreso impulsada por Kennedy, Estados Unidos creó en Panamá la Escuela de las Américas, escuela puntera donde, de la misma forma que a la elite intelectual de Centro y Suramérica se la invitaba a estudiar en universidades de EEUU, los militares de cierto cargo de estos países fueron formados. Allí se les entrenaba en cuestiones de guerra psicológica y distintas formas de guerra de baja intensidad (contrainsurgencia), aunque lo que más ha trascendido de sus enseñanzas es la notable excelencia en métodos de tortura, puestos en práctica con soltura en las distintas dictaduras que se dieron en América Latina a lo largo de los años 70 y 80.

En fin: se trataba de contener el expansionismo de teorías marxistas y comunistas dentro de su propia área de influencia (“América para los americanos”), y hacía ya tiempo que se dieron cuenta de que para tal fin lo mejor no era una intervención directa del ejército estadounidense (lecciones de Vietnam), sino una operación mucho más sutil (y prolongada): lograr que esa zona de influencia comulgara con la cultura y el punto de vista estadounidense, lo cual se logra a través de la exportación de valores y cultura, del control de medios de comunicación y, por supuesto, de la infiltración más sutil en lo que realmente da el poder en un país: el ejército y la esfera judicial.

Es lógico. Cada uno se defiende como puede. Pero el problema de Estados Unidos es que no acostumbra a actuar pensando en el largo plazo. Ni en dónde estarán ellos, ni en dónde estarán los demás (y no porque no lo sepa, que analistas buenos tiene).


En Honduras ha habido un golpe de Estado. Discreto al principio, bananero al final, con un presidente subido a un avión poco menos que en calzoncillos –y con la suerte de que lo hayan subido a un avión, en otra época, ya estaría muerto-. Un presidente, Zelaya, que se ha pasado por debajo de la pata lo que dicta la Constitución de su país, queriendo remodelar la misma con el fin de presentarse a un segundo mandato, o mejor dicho: queriendo proponer la remodelación de la misma a través de un referendum (referendum que, según las leyes hondureñas, no tiene capacidad de proponer). Así que referendum ilegal, a fin de cuentas.
Tampoco nos rasguemos las vestiduras: remodelar la Constitución con el fin de perpetuarse en el trono es exactamente lo mismo que ya han hecho otros países/presidentes de la región, y de toda suerte y condición: Fujimori en Perú, Menem en Argentina, Cardoso en Brasil, Chávez en Venezuela, Correa en Ecuador, Morales en Bolivia, y que están en vías de hacer Ortega en Nicaragua y Lugo en Paraguay (igual que Uribe en Colombia). Zelaya no es el único que le intenta hincar el diente a la idea de un virreinato.
Cierto es que lo ha hecho mal. Cierto es que a mitad de legislatura, se ha pasado del liberalismo al chavismo acérrimo, entrando a formar parte de la esfera ALBA cual URSS contemporánea. Cierto es que se ha presentado ante el mundo a lo Pancho Villa, destituyendo a todo lo que se le ponía por delante en su intento de celebración de referendum ilegal. Pero un golpe de Estado no son formas occidentales, no, así que ahí tienes a la UE blandiendo sables diplomáticos por la democracia, a Chavez con su arenga habitual que se ha visto reforzada, y a Estados Unidos jurando por lo más sagrado que pío pío que yo no he sido. Que de verdad que esta vez no. Y todos poniéndose del lado de Zelaya: UEs, OEAs , EEUUs y co-rregionarios (que no co-religionarios), por mucho que les escueza la deriva que pretendía tomar el gobierno de Honduras (o, al menos, su presidente). Nadie quiere ser relacionado con un golpe militar en América Latina.

Pero el ejército hondureño, formado en esa misma Escuela de las Américas que abría el tema, el ejército de un país acostumbrado a una invasión militar estadounidense de la que no hace tantísimo tiempo, simplemente ha hecho lo que sabe hacer. Y el poder judicial de Honduras ha hecho lo que ha aprendido a hacer: lanzar una orden internacional de búsqueda y captura contra Zelaya a la Interpol (el mismo Zelaya al que antes sacaron del país metiéndolo en un avión). El antiguo secretario de Estado para America Latina de USA en las etapas de Reagan y Bush, que ahora regenta ciertas empresas con intereses en la zona, ya estaba haciendo desde abril lo que había aprendido a hacer: acusar a Zelaya de aceptar sobornos. La Iglesia hondureña también ha hecho lo que ha aprendido a hacer: incorporar acciones políticas a las homilías. Y los medios de comunicación, quién sabe si todavía auspiciados por según qué asociaciones y fundaciones independientes, o como mero residuo de ellas, han hecho lo que han aprendido a hacer: eliminar de la agenda televisiva a los partidarios del régimen.

Yo no creo que Estados Unidos tenga nada que ver en esto, hoy en día. Pero sus discípulos podían innovar mínimamente y no seguir al pie de la letra el A,B,C de los Documentos de Santa Fé. Más que nada para que Chavez no siga dando la tabarra, porque se lo están poniendo a huevo.





(este post va dedicado a Dezaragoza, de parte de mi yan, tras el momento yin del post anterior)

jueves, 2 de julio de 2009

Quiero ser la primera

La ONU ha puesto a un japonés que se llama Amano como máximo responsable del organismo que vigila la cuestión nuclear.

¿Y saben por qué lo han puesto a él?

Pues porque era el que estaba… ¡a mano! (sí, lo sé, simplemente quería ser el primer humano que hace el chiste tonto)

miércoles, 1 de julio de 2009

Mohamed Martínez Soria

Están los franceses últimamente que no levantan cabeza. Ni cabeza, ni pies: se ha caído otro Airbus al agua con unos cuantos gabachos dentro. Iban a unas islas mu raras que hay cerca de la costa africana. Eso les pasa por estar acostumbrados a tener tanta colonia por ahí. Nosotros a lo sumo vamos a Ceuta, que a las malas, siempre se puede volver a nado.

Y hablando de cabezas francesas, están ahora en pleno debate sobre si prohibir el burka en las calles de París y demás vías de la república. Dicen muchos que sí, que el atuendo atenta contra la dignidad femenina, y dicen otros que no, porque si lo prohíben, lo que van a conseguir es que las mujeres se queden en casa, ya sea por convicción personal o ajena (del marido más cercano). Coño, pues mejor, menos cola en la verdulería. Y en el ambulatorio.

El asunto es que a mí me ha llamado la atención el comentario del imán y presidente del Consejo Francés del Culto Musulmán, un tal Mohammed Moussaoui, que afirma que no se conseguirá que esas mujeres renuncien por la fuerza, sino a través de la educación y el convencimiento. Me pregunto si se referirá a la misma educación que ahora les inculca que lo lleven.
No me he podido reprimir: mi yo más exhibicionista ha dejado un comentario en el apartado reservado a tal efecto en el periódico. Sí, sí, yo también reclamo la tolerancia de los pueblos a que yo me ponga bikini en Arabia Saudí, o en tantos otros sitios donde ni siquiera puedo salir a la calle si no es acompañada de un familiar varón. Sí, soy una intolerante, y una xenófoba, y una extremista, porque me repatea sobremanera que ahora vengan a tocarme las narices con algo que en este mi Estado ha costado tanto soslayar (porque en este momento se trata de Francia, pero ya nos tocará a nosotros, en esta Europa unida). Sí, desgraciadamente, así es: ante la radicalización ajena, se radicaliza uno también. Y ya no vale invocar a la corrección política, ni a la multiculturalidad, ni a apoplejías semejantes. Estoy dispuesta a aceptar que no pueda llevar bikini en Arabia. Y que me tenga que tapar cada centímetro de piel. Puedo incluso aceptar que ni siquiera pueda entrar a Arabia. Pero no tolero que venga un dios de importación a hacérmelo pasar incluso peor que el dios aborigen –que ya es bastante-.

Porque es un paisaje dantesco. ¿Se imaginan ustedes que en el año 62, en Madrid, Barcelona o Bilbao los inmigrantes extremeños y andaluces hubieran impuesto la mantilla, como en sus pueblos del Jaén profundo, y relegado el tocadiscos a los domingos en la Plaza Mayor? No, lo lamento, yo debo de ser muy xenófoba, pero en pleno 2009 me niego a doblegarme ante la garrulez extrema.

lunes, 29 de junio de 2009

Va Michael Jackson y se muere

Se muere el jodío la misma mañana que había decidido morirse Farrah Fawcett, eclipsando así casi por completo al ángel de charlie. Ahora mismo debe de estar el angelito zarandeando al engendro Jackson en los cielos, haciendole saltar las costuras de la nariz. “Ya estás bajando ahora mismo a decir que yo también me he muerto, so mamón. Blanco de mierda”. Pero el caso es que ahí están las multitudes bailando a lo robot para presentar sus respetos, y Ryan O’Neal –e hijo- poniéndose tibios en la comisaría más cercana, probablemente.

Cuentan las televisiones que andan los forenses a vueltas con la autopsia de Jackson. Está tardando mucho. Claro, habrá que quitar muchas capas, supongo, hasta que al final aparezca probablemente lo que viene siendo un lagarto de V. Otra explicación racional para la metamorfosis de ese hombre no cabe.

Y sus deudores. Cuentan también las televisiones que ha dejado tanta deuda que a sus herederos no les va a quedar otra que abrir la masía de Neverland como parque temático. “Y esta es la habitación donde Michael Jackson se pasaba por la quilla a Macaulay Culkin et alteres antes de desayunar cornflakes de kellogs”, dirá el guía a la atenta multitud. “Y esta es la sala donde exhaló el último suspiro Michael Jackson, al que pueden ver en el suelo caracterizado de zombie de Thriller y en estado óptimo gracias a las propiedades del formol”.

Pobre Michael. Y pobre Farrah. No debe de haber nada peor para una vieja gloria que tu actuación final no ocupe las portadas a bombo y platillo, y pase a la página 34 de necrológicas. Puede que a la 23 de sociedad, con un poquito de suerte. Pobre Farrah Fawcett. No se le hace eso a alguien que ha protagonizado La fuga de Logan, y menos aún por el tío que puso de moda los calcetines blancos sobre zapato negro.



Nota de última hora, a 30 de junio: parece ser que hay novedades con respecto a la autopsia. Ésta ha revelado que Michael no tenía pelo y que han localizado un total de 13 cicatrices correspondientes al mismo número de operaciones de cirugía plástica. Como los anillos de los troncos de los árboles, casi a operación por año de adulto.
Pero me inquieta especialmente lo de que no tuviera pelo. Si la despedida de Farraw ha sido mala, imagínense la del Rey del Pop. Que te levante el Samur en una camilla y se te caiga la peluca al suelo. Qué papelón. Y el pobre voluntario de Cruz Roja, recogiendo la melena con la puntita de los dedos índice y pulgar y colocándosela sobre la coronilla. Para la posteridad. Que el Anatómico va a estar lleno de periodistas.

jueves, 18 de junio de 2009

Mondo modernno

Cada mañana a las 08:16, cuando desciendo la calle que se inicia frente a mi portal en dirección a la boca de metro, me encuentro en el número 4 de la citada vía al nuevo inquilino del inmueble, que se ha instalado allí hará unos dos meses. Cada mañana, incluyendo sábados y fiestas de guardar, me lo encuentro sentado en el escalón del portal del número 4, mirando un tanto a la nada, una nada que se inscribe en la distancia que media entre el suelo de la acera y los 90 centímetros de espacio hasta sus ojos.

Es un yonqui de degradación avanzada. Bueno, no sé si es un yonqui muy tranquilo o un alcohólico ya en estado semivegetativo. No dice nada, no observa nada, no interactúa apenas con el entorno. Alguna que otra vez he visto a algún secuaz sentado junto a él, pero su intercomunicación se ha limitado a dirigir la mirada simultáneamente a la misma nada conjunta sita en la acera.

Todos los días.
Con sus chancletas de rayas azules y blancas, y sus calcetines granate.

Así que hoy me ha dado un vuelco el corazón cuando, a las 08:17, nada más rebasar el portal del número 4, al yonqui le ha sonado el teléfono móvil.
Mondo modernno.

martes, 2 de junio de 2009

Despedida a la francesa

Los brasileños han encontrado un asiento flotando en el mar que, al parecer, podría ser de la aeronave gabacha que ayer se despidió a la francesa en medio del Atlántico. O eso, o Ryanair ha empezado a operar vuelos intercontinentales y tirar el asiento de delante por la borda ha sido la forma que ha encontrado un pasajero de conseguir que le quepa la rodilla en el hueco correspondiente. Pero no: parece más probable que efectivamente se trate del avión de Air France que ayer no tocó tierra en París a la hora esperada (¿qué pondría en las pantallas del aeropuerto?). Ese avión en el que no había indicios de que viajara ningún español, como se apresuró a decir el Ministerio de Asuntos Exteriores. Que no contaran con la catalana del imperio del cava, podría quizá asumirse, pero que no contaran con el sevillano, tiene delito. Y eso que, según invita a pensar el curriculum facilitado por los familiares, debía de ser un ingeniero de altos vuelos.

Qué quieren que les diga: yo cada vez me pongo más nerviosa con eso de volar por los aires. Cuanto más lo hago, más nervios tengo en el despegue. Y eso que el que me acompaña trata de convencerme de que después de un accidente es cuando más seguro es volar: por estadística, queda bastante hasta el siguiente. Pero no sé, no sé. Es como cuando me cuenta que ganar la lotería es sencillo, dado que se cuenta con un 50% de posibilidades: o te toca a ti, o le toca a otro. Pero yo no acabo de verlo claro.

El caso es que este accidente tan misterioso tiene a Iker Jiménez frotandose las manos en el sofá de su casa, y a los de Perdidos haciendo turnos a ver si avistan alguna rampa amarilla flotante. Y yo entretanto me pregunto si será cosa del Triángulo de las Bermudas, que vuelve, desplazado, o si será una campaña de marketing con eso del remake de la serie V en versión película que van a sacar en breve. Sobre este particular, tengo un compañero que está convencido de que han sido los extraterrestres, pero que no saben dónde se han metido. Porque Sarkozy es capaz de ir a dialogar con ellos, liberar a los rehenes, y de paso traerse todo el oro que haya en Marte y tirarse a tres marcianas.

Yo no sé. Lo más probable es que estén en el fondo del agua, la verdad. Una lástima que haya ocurrido tan abajo: de haber subido paralelos igual se echaban un mus con los del Titanic. O un hundir la flota. Y hablando de barcos: ha coincidido que hace unos días se ha muerto la última superviviente del Titanic. “Pues sí que ha tardao la jodía en ahogarse”, ha exclamado uno.

jueves, 28 de mayo de 2009

Tocata y fuga

El comentario de Sacau que encuentran reproducido más abajo me ha hecho recapacitar sobre el devenir político de esta nuestra sociedad, y el cariz que está adquiriendo el comportamiento de sus protagonistas.

Les confesaré algo: me pone muy de mala leche la campaña del PSOE para estas próximas elecciones europeas. Me parece una muy mala apuesta haberse subido al carro del y tú más. Basar tu campaña en el otro y no en ti mismo es algo que deja mucho que desear. Yo, votante de intelecto medio y buen gusto formal, no me siento identificada con el caca-culo-pedo-pis que tan de moda está. Y lo que más me quita el sueño es no poder identificar a quién están emulando, no ya el PSOE, sino toda la política de calle (que no de salón) que se hace ahora, la política de puertas para afuera, no de puertas para adentro.
No nos engañemos: en nuestro país, casi sin darnos cuenta, nos hemos pasado la existencia emulando. Imperceptiblemente, si me apuran, pero emulando. Lo cual no es necesariamente malo, no me vayan ustedes a pensar que. El caso es que observen. Partidos en el gobierno en Europa. Nosotros siempre hemos tenido los mismos gobiernos, pero 4 años después. ¿Que Europa está dirigida por partidos más a la izquierda?: nosotros, para la siguiente legislatura, sacamos uno de izquierda. ¿Que poco después Europa pega un giro hacia partidos más a la derecha?: nosotros, en la siguiente ocasión, sacamos uno de derecha. ¿Que luego vienen Schröder y los socialistas en Francia y demás?: pues en la siguiente legislatura, al carajo Aznar. ¿Que luego llegan la Merkel y el Sarkozy y toda la parentela?: pues en eso estamos, ya veremos a ver. Debe de ser el síndrome del 40 años de retraso para con el resto del continente, que aún perdura. Nos da no sé qué dejarlo de lado, después de tanto tiempo juntos, pero con esto de la Unión Europea, hay que cumplir las expectativas. Así que hemos decidido tácitamente recortarlo hasta quitarle el 0.

Pero en fin, decía: que no encuentro referentes. Porque Estados Unidos, con Obama, ha inaugurado una era Love and Peace que nada tiene que ver con lo anterior. Como muestra, un botón: me dice hoy el periódico que el alcalde de San Angelo, un municipio republicano de Texas, hubo de ausentarse de su propia toma de posesión del cargo tras su reelección por un asunto familiar ineludible: fugarse con su novio, un inmigrante ilegal, a Méjico. Se ve que al espalda mojada no le quedaba bien el corte imperio.
Pero donde se ve la huella Obama no es en que a los cargos políticos les dé por añadir una nota de color a sus vidas, sino en que en San Angelo, este pueblo de banjo y cowboys de Marlboro, el jefe de policía y el presidente de la Cámara de Comercio hayan unido sus voces para pedirle al alcalde que vuelva. “Nos da igual que sea un sodomita –comentan que se oyó decir a este último-, lo que nos importa es que por 400 euros de sueldo al año nunca habíamos tenido el saloon tan lleno de gladiolos en primavera”.

En fin: aquí escupiéndose en los ojos, y allí reinaugurando Woodstock. Dentro de un quinquenio, quien sabe si tendremos al alcalde de Calatayud fugándose a San Francisco con un bereber.



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Este ha sido el comentario de Sacau:

Estimada Tremolencia:

Tengo una duda: Ayer por la tarde, las casualidades de la vida hicieron que me topase con Jose María Aznar, ese gran filósofo. Mi reacción inmediata, además de pensar para mis adentros "qué bajito es", fue la de gritar algún improperio, pero los chorrocientos gorilas que lo flanqueaban me hicieron ser más cauto.

La duda es: qué hubierais hecho??? los quince minutos de fama que proclamaba la loca calva de Warhol? un tirón de bogote para desenmascarar que es un cyborg?

sábado, 23 de mayo de 2009

Colaboraciones III

Jafuda Cresques ha hecho llegar al email de latremolinablog@gmail.com este inestimable documento consistente en un pantallazo con la palabra de verificación que le apareció el otro día y que yo ahora comparto aquí con ustedes.

Muchas gracias, don Jafuda.


lunes, 18 de mayo de 2009

El porvenir de mi pasado

Les voy a ser franca: a mí, que se muera Antonio Vega, no me bambolea los higadillos. Pero que se muera Benedetti, sí.

El primer libro de Benedetti que cayó en mis manos fue una antología ya descatalogada que yo saqué de la biblioteca municipal de Azuqueca de Henares. La culpa la tuvo Javi Bartolo, que en una hoja me escribió un adulterado poema titulado “Hombre que mira al cielo”, que un grupo punk había versionado. Me dio por olisquear más poemas de esos hombres que miran, y así fui a parar a la mentada antología.
Después de bebérmela en unas escasas tres horas, salí corriendo a comprarla. No sé cuántas veces la habré leído. No sé cuántas marcas tendrá. No sé dónde habrá ido a parar, puesto que hace ya algunos años que se la regalé a una de esas personas a las que en su momento se quiere mucho y a las que después se sigue apreciando, por lo que las penas con pan son menos penas, y uno pìensa que aunque ya no se edite la puñetera antología y no haya forma de conseguirla de nuevo, la suya está bien allá donde está (donde esté).

Luego vino La Tregua. Después vinieron más poemas. Y Quién de nosotros, y Buzón de tiempo, y Primavera con una esquina rota, y Esta mañana, y Montevideanos, y El porvenir de mi pasado, y etc etc etc. Es sin duda el rey de la B de mi librería, y entre él y Saramago podrían dominar los hemisferios, si quisieran. Kundera les ayudaría en el ecuador.


Estaba mayor. Tenía 88 años. Había estado ingresado varias veces últimamente. Qué quieren que les diga: yo sigo pensando que se ha muerto de pena. A la antigua usanza. Desde que murió su mujer, hace tres años, todo lo que le había leído decir eran nubarrones. Cirros, cúmulos y estratos por doquier, en cada entrevista, grises gases de tormenta. Se empezó a morir de pena ya entonces. Imagino que después de 60 años, debe de ser difícil acostumbrarse a una ausencia. Más aún si no se quiere.


Les voy a ser franca: me estoy quedando sin admiraciones. En este mundo con tendencia a lo insípido, aquellos que me enseñaron el abecedario van cayendo por ley natural. Y no parece que lleguen refuerzos. El día que se muera Sabina, apaga y vámonos. Nos vamos a quedar todos más solos que la una.

miércoles, 13 de mayo de 2009

La Conchinchina

Allí es donde he decidido irme estas vacaciones. Comprenderé que no os sorprenda: después de Kosovo, era el destino más esperable.

Mi interés por ese trozo de tierra empezó el día que a Ángel Bahamonde le dio por hablarme de Dien Bien Phu, los convenios de Ginebra, el paralelo 17, el golfo de Tonkin, la incidencia del budismo en la región y los chicos de familia bien que se educan en la metrópoli y cómo estos chicos acaban convirtiéndose en el Abuelo Ho.

Me voy a Vietnam, señores, sazonado con Camboya. A la antigua Conchinchina, a la antigua Indochina. A cubrir un espacio más grande que la primera, más pequeño que la segunda. Avisaré al Astrolabio pa que se vaya poniendo las pilas con finiquitar Serbia.
Serán 3 semanas 3. Pa arriba y pa abajo entre arrozales y deltas, y templos y trenes nocturnos.

Pero aún tocará esperar un tanto, porque no será hasta Octubre que nuestra protagonista hará pie en tierras monzónicas, emirato árabe mediante. Hasta entonces, me tendré que seguir viendo las caras con Ulrike, y con el portero de mi edificio que me gestiona las cartas, y con la tía de Telefónica que no entiende que no me interesen sus 5 megas, y con los suizos tan cansinos de mi puesto de trabajo, pero en Octubre me vengaré, amigos, me vengaré. Descocadamente.

domingo, 3 de mayo de 2009

Ulrike cogió su fusil

Ando muy calladita últimamente. Qué quieren que les diga: paso las horas libres conversando con Ulrike Meinhof, considerando a ver si me sale a cuenta llevar a cabo un trabajo de investigación sobre su persona, al que me obligan las responsabilidades para con mi cole. No se crean que lo tengo claro. Más aún, qué título darle a la suerte de tesina que de ahí ha de salir. De cómo una periodista de postín se lió a bombazos contra una editorial et alteres, o Ulrike cogió su fusil.

No se crean que las tengo todas conmigo. Cuanto más leo, cuantos más vídeos veo, cuantas más grabaciones escucho, más me da la sensación de que la tía estaba como una cabra, punto. Pero eso no es suficiente. Tengo que conseguir dotar a los 20 folios de sesudo verter literario de la suficiente credibilidad y profundo análisis crítico como para que sean dignos de acabar aplastados por otros similares en algún cajón de algún despacho docente. Eso si alguna vez llegan a imprimirse, porque con los tiempos que corren, suerte tendré si acaban en un lugar llamado Papelera de Reciclaje y a nadie le da por darle a "vaciar papelera". ¿Está seguro de que desea eliminar estos 1248 elementos? > Sí. Pero en fin, resumiendo: que mi sesudo análisis no puede ni debe limitarse a "La tía estaba loca". Sin embargo, en el actual estado de cosas, me es imposible concebir un índice que no sea el siguiente:

Cuando el periodista cruza la línea. Ulrike Meinhof. Factores de incidencia:
1.- Infancia y juventud de Ulrike. Su marido se la pega con unas tetas más grandes
2.- Teoría de los daños cerebrales. Eliminación de un coágulo de sangre en 1962 y metida de pata del cirujano.
3.- Tesis sobre la lucha antiimperialista. Si eres tía no puedes dar de hostias a tus hijos (tu yo familiar) y luego no dar de hostias en la calle (tu yo político).
4.- Contacto con Andreas Baader. Salta por la ventana y date a la vida en fuga.
5.- La Editorial Springer, icono capitalista. Estos desgraciados publican la mierda del Bild Zeitung y hay que volarles la central. -Confieso que en este apartado comulgo con Ulrike, y cualquiera que haya tenido el Bild Zeitung en sus manos lo comprenderá-
6.- Detención y aislamiento de Ulrike. Me habéis pillao, cabrones. Me voy a volver loca perdía.
7.- Suicidio de Ulrike en la cárcel de máxima seguridad de Stammheim. ¿Me habré suicidao, o no?
8.- Conclusiones sobre los factores endógenos del periodista. La tía está como una puñetera cabra y por eso se lía a tiros.

Y en fin, ayer, como ya no podía más de tanto videomontaje, tanto nostálgico y tanto blog chorra -y no chorra-, decidí darme a la cena sana y copiosa y nos fuimos a Artemisa. Y ahora paso a relatarles algo mucho más útil e interesante para ustedes que todos los párrafos previos que se han tragado, para que su visita no haya sido en balde:

En Artemisa (en nuestro caso, acudimos al clásico, el de Ventura de la Vega) no deben perderse el Pastel Farah Diba: "Delicias de seta rellenas de paté a las finas hierbas sobre lecho de ajitos tiernos, trigueros y berenjena, todo gratinado al queso Gouda". Eso sí: ojo con la carta cibernética, que los tunantes no tienen los precios actualizados y el pastel cuesta 2 euros más de lo que pone ahí (total: 13,95)


(Espacio dedicado a aquellos tremolineros a los que se les ocurrió sugerirme la apertura de un blog gastronómico, insensatos)
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Nota al pie: Una información más amplia y representativa al respecto de Ulrike Mainhof se encuentra en el artículo de la wikipedia en inglés. El artículo de la wiki en español que les he puesto más arriba para comprensión de todos parece, francamente, escrito para loa personal y poco más del tío que ha traducido sus manifiestos, amigo de universidad de la muchacha.

miércoles, 22 de abril de 2009

Si yo nací para mantenida...

Tengo un compañero que defiende la teoría de que Suiza, como mejor estaría, sería acabando de cerrar los Alpes, rellenándola toa de agua y convirtiéndola en un gran parque acuático. Si bien esta visión geográfica del mundo centroeuropeo se me antojaba algo drástica y sorprendente, después de 3 meses 3 trabajando en una empresa de tal nacionalidad debo admitir que comparto por entero la propuesta de tales obras públicas.

Ayer me tocó irme de cena con unos señores suizos que andan de visita por estos lares. De reunión en reunión y tiro porque me toca. Es lo que tiene ser una mujer del mundo empresarial de postín –y que tu jefe esté enfermo y pase total, añado-. Llevan aquí toda la semana (y lo que les queda), y esto es muy cansao, señores. Yo no estoy hecha para la vida paulina rubio. Yo estoy viejuna y necesito dormir convenientemente porque si no, al día siguiente, me ocurre lo de hoy: que tengo los ojos fritos y soy incapaz de discernir si lo que se sienta enfrente es mi compañero Raúl o un dromedario parlante. No puede ser, no puede ser. Ha sido un triunfo que ni el desembarco de Normandía conseguir emerger del lecho esta mañana para estar aquí como un clavo a las 9:00 de nuevo. Sobre todo, porque en el lecho se quedaba, como cada día, el señor con barba que me acompaña, al que a eso de las 7:00 diariamente aborrezco como jamás aborrecí a nadie en el mundo. Luego se me pasa, pero de 7:02 a 7:06 se me ocurren toda clase de muertes violentas en las que visualizo cada detalle tan bien hilado que la policía es incapaz de encontrar prueba alguna que ponga en duda el elemento albanokosovar del homicidio –jamás. Menos mal que en ese intervalo de tiempo me retiene la puerta del baño, y las necesidades primarias.

Míralo, ahí, el bendito, roncando, henchido de felicidad, alcanzado el nirvana en su nueva condición de indemnizado. Cómo le odio.

En fin, que aquí estoy, intentando mantener en equilibrio la cabeza sobre los hombros, y que mi ligera e inevitable mirada extraviada no se achaque a un posible problema de alcoholismo.

Menos mal que al menos han levantado las restricciones a La Tremolina y puedo acceder libremente a esta su página amiga, para hacerles partícipes de oh mi gran desdicha, pobre de mí, esta gran víctima del mecanismo laboral neocapitalista que soy.

viernes, 17 de abril de 2009

El cielo desde Berlín

Estimados seguidores de la vida contemplativa:

Tengo un catarro mu gordo. Ay. Este catarro me ha convertido en un ser medio sordo que expulsa trozos de cosas por la nariz, los cuales, ante la imposibilidad de abortos espontáneos, he dado en concluir serán trozos obsoletos de napia. De tanto sonarme, que se me estará cayendo a trocitos, como a Michael Jackson. Yo qué sé. Y como el mundo es esponjoso y yo habito en mi universo paralelo, me da igual.

Esta semana de catarro viene después de una experiencia única consistente en pasarme la Semana Santa en una aldea salmantina de la que es originario el que me acompaña. Aprovecho para saludar a mi semisuegra, que me estará viendo.
Quién me iba a decir a mí, después de toda una vida dedicada a la interacción entre culturas y el buen entendimiento paneuropeo, que iba a acabar con un señor con barba que la palabra más extranjera que pronuncia es "estitar" (vocablo que, ahora sé, se utiliza por esos lares rurales del noroeste para referirse a rechupetear los huesitos de las partes animales tales como chuletitas y alitas de pollo). Deformación profesional, es muy cierto que he observado que los salmantinos no hablan como nosotros, los capitalinos de postín. Dicen "no armes" cuando quieren decir "deja de tocar las narices/cojones", o utilizan, como hicieren mis abuelos, la palabra "maestro" para lo que aquí denominamos "profe" o "seño" de cole. "Un profesor es el universitario", me espeta muy digno el que acompaña. Anda vete a estitar por ahí.

El caso es que hoy, cosas del azar, ha pasado por el hogar, escala aérea mediante, Carl, un muy buen amigo como Tobias Pipa al que hacía exactamente la misma cantidad de tiempo que no veía, ya que la última vez fue también en Berlín, a finales de 2006. Él, originario de los Yunáited Estéits of America, se mudó a Berlín después de dos años en Madrid poco antes de mudarme yo a Holanda. Y allí sigue.
Ha sido todo un gustazo verle en las dos horas que nos ha dispensado Easyjet. Hemos estado charlando en el sofá como si nos hubiéramos visto ayer por la tarde. Qué a gusto se está siempre con las uñas de tu carne, aunque sólo las veas de siglo en siglo, como a Alberto, como a Tobias, como a Sebastian, como a Carl, o aunque las veas todos los días, como a Carlos.

Charlando de Berlín, de Obamas, de las culturas, de adaptarse. Yo me he hecho mayor: vivo con un señor con barba. Él se ha hecho mayor: se queda en Berlín por dinero. Y entre las perillas canosas y las patas de gallo, seguimos charlando de cómo va el mundo y las especies, prácticamente en el punto en que dejamos la conversación (ante)ayer.

viernes, 3 de abril de 2009

Hallo Tremolinen, ich bin da

La evocación de mi amigo Tobias Pipa está indefectiblemente ligada a Joseph Ratzinger. La penúltima vez que lo vi, fue durante su visita a Madrid que coincidió con el habemus papam de Benedicto XVI el Anticaucho. Concretamente, él estaba duchándose cuando en la tele apareció la fumata blanca.
–Tobias, habemus papaaammmm!!!!
-Endlich? Wer dann?
-Du wirdst es nicht glauben…
-RATZINGER!!!! Nein!!!*
Y salió, con la toalla anudada. “Ahora tienes un colegui en lo más alto del Vaticano”, le dije, habida cuenta de su condición de bávaro.
Y se volvió al baño, meneando la cabeza de lao a lao, como diciendo “pues que dios nos pille confesaos”, literalmente.

Después de unos días en casa, se volvió a Berlín, y ya sólo lo ví una vez, por otros pocos días, en noviembre de 2006. Justo por esas fechas había conocido a Anna. Anna era una chica que no le hacía especial gracia porque le parecía muy obsesiva y posesiva, que no dejaba de hablar cual maruja del Gente y que a mí me aborreció desde el primer momento en que hice pie en el piso de Tobias, y ella tomó conciencia de mi existencia en su existencia de él.
Pero Tobias estaba muy necesitado de afecto, y una vez, hablando precisamente del asunto de por qué daba coba a una persona si no le hacía gracia, me lo hizo saber. La verdad es que últimamente no había tenido mucha suerte con aquellos (aquellas) con los que se había tropezado. Y eso de que lo fueran acosando por las calles le daba un respiro al ego, ya machacado.
Así que ahí siguieron. Ella erre que erre y él coba cobilla. La cosa se fue formando. La cosa se fue consolidando. La cosa se fue mudando a un piso más grande y conjunto. Y Tobias era un tipo feliz, la verdá.

No nos hemos vuelto a ver, y me da rabia que tampoco hemos tenido un contacto tan frecuente como el que teníamos. Alguna postal aquí y allá, algún mail inconexo cada muchos meses… Comprendo por mi parte que yo ya no vivo en Berlín, y aunque una tienda a vivir mucho apoltronada en la nostalgia, no se le puede pedir lo mismo al resto del mundo, especialmente porque mi nostalgia no es la de los demás, y cada uno tiene su forma de encararse con ella. Puede que Tobias, por ejemplo, no perciba mi ausencia de la misma forma. Puede que no la perciba como ausencia, incluso.

El caso es que hoy me ha escrito un mail una tal Cantara Oetling, de título “Hallo Tremolinen, ich bin da”**. He estado a punto de borrarlo, pensando que era basura miserere reenviada conteniendo al Capitán General de Messenjer amenazante con que me lo fueran a cerrar. Pero la mención de mi nombre de pila y el "Oetling", que me sonaba de algo (aunque no es el apellido de Tobias) han hecho que me decidiera por abrirlo.
Y dentro había una foto de un minibebé rojo como él sólo, que me contaba que había nacido el día 31 y que había pesado tal y medido cual, y que podía felicitar a sus padres Anna y Tobias por mail cuando quisiera (el “por mail” en negrita puede resultar arisco, pero es totalmente natural en el proceder alemán). Y yo he puesto unos ojos muy grandes porque me ha vuelto a dar un mamporro en toda la boca la constatación de que el mundo, al igual que uno, se mueve, y los paisajes no se quedan en stand-by hasta que uno decide volver a un lugar y accionarlos.

Y me he alegrado mucho por Tobias, qué coño.



*-¿Por fin? ¿Y quién?
-No te lo vas a creer…
-Ratzinger? Noooo!!!!

**Hola Tremolina, estoy aquí

martes, 31 de marzo de 2009

El amigo historiador

Esta sociedad seguirá a la deriva mientras la figura de el amigo informático siga siendo más valorada que la de el amigo historiador. Uno se permite el atropello continuo de llamar a Juan el Informático, para gran desesperación de Juan, a la sazón, que no es informático sino programador y no tiene ni puñetera idea de por qué el güindous te suelta eso de connection default; y sin embargo jamás se toma la molestia de llamar a Ernesto el Historiador, antes de opinar a voz en grito sobre si las tropas de Kosovo o los americanos siempre jodiendo o hay que ver los afganos qué gente o nos vamos a enterar cuando los chinos den un salto todos a la vez, estos soviéticos.

No sabemos arreglar un connection default, que es algo propio de un aparato que manejamos todos los días, pero sí sabemos sentar cátedra sobre el Oriente Próximo, o mejor aún, sobre el lejano, que es algo que ni siquiera nos explicaron en el instituto. Nos permitimos presumir de ignorancia en aquello donde probablemente no lo seamos tanto, y sin embargo, ni siquiera consideramos lo mucho que incurrimos de forma flagrante en ella al dictar sentencia sobre temas en donde realmente sí lo somos.

El pobre Juan, saturado sin remedio, y el pobre Ernesto, suspirando por las esquinas. Reivindico la figura del historiador como guía espiritual de nuestras afirmaciones, y espero que algún día llegue cuanto menos a ser reconocida en la medida en que son reconocidos en la actualidad los informáticos.



-Biiiip… biiiiip…
-¿Sí?
-Ernesto, tronco, que me ha salido delante una foto de un tío con bigote, y no sé qué hacer.
-Bueno, calma, calma… ¿está en blanco y negro?
-Sí, tío, sí. Date prisa, que me estoy poniendo nervioso.
-Tranquilo, hombre, que eso te lo arreglo yo en un guá. Hmmm... en blanco y negro. ¿Le has dado a algún sitio? ¿Dónde has tocado? No habrás abierto El Capital, ¿no?...
-No, no, que vá, tío, no he tocado nada. Estaba ahí leyendo chistes reenviados y me ha salido esto. Ay madre, ¡¡¿no será un dictador que me borre el disco duro?!!
-¿Pone algo en ruso?
-No
-¿Y es negro, el tío?
-No, tampoco
-Y no pondrá algo en español… “una grande y libre”, “tú lo que quiere es que me coma el tigre”… cosas de estas...
-¡No, tío, no pone nada! Sólo es un tío con bigote que parece pintado, un sombrero ridículo, y mirando parriba.
-¡Ah bueno! ¡Entonces ese es Groucho Marx! No te preocupes, es inofensivo. Dale a guardar, y listo.

martes, 17 de marzo de 2009

Cu-cu... Trás

Josef Fritzl se tapa la cara con un archivador azul, demostrando que las verdades absolutas que se aprenden en la más remota infancia, perduran para siempre: si te tapas los ojos, ya no te ve nadie, ya no estás. Cu-cu… trás.

Qué verdades absolutas habrán aprendido sus hijonietos en la más remota infancia.
Que la Tierra tiene 50 metros cuadrados, y todos esos libros donde dicen que es plana, se equivocan.
Que tu padre es tu abuelo y el Espíritu Santo, que se lleva a algunos de tus hermanos al cielo, escaleras arriba, al poco de nacer.
Que un día dura lo que duren los filamentos de bombillas Philips.
Que parece ser que en la Tierra hay más gente, a juzgar por los señores esos de casco y metralleta que están entrando por la puerta.

Soy incapaz de siquiera acercarme a imaginar todo lo que habrá pasado por las consciencias, las coherencias, los raciocinios y los aparatos digestivos de esas personas al ver la primera brizna de césped, una tras 24 años, otros tras lo que dure una vida.
Descubrir la evolución de 1984.
Los húngaros pueden venir a vernos.
Los malos ahora son los árabes.
Y Michael Jackson.

Y en esta evolución de 1984 existe un nuevo monstruo, llamado televisión. La televisión, que está en todas partes y quiere tu cara. Y te da dinero, y muestra a tu padre en cada pantalla, y tiene una novia en cada puerto, en cada juzgado, en cada vecina.
Y la insalvable verdad de haberse erigido uno en mono de feria.

Cu-cu… trás.

lunes, 16 de marzo de 2009

Los gatos

Redacción: los gatos

Los gatos son unas cosas peludas y con piernas que andan hacia delante y se chupan la manos. Tienen por costumbre engancharse en el cuero, la tela o la pana de los sillones y sembrar pelito por alfombras y camas. A algunas personas les gustan los gatos y entonces quieren cogerlos y agarrarlos y los gatos hacen bbbbbbfffffffff y no se enganchan en el cuero de los sillones sino en la piel de las personas.
Los gatos son muy listos y saben lo que les gusta a las personas y cuando las personas tienen un jersey azul con triangulitos que les gusta mucho pues a los gatos también les gusta y se cuelan en los cajones para rendir pleitesía al jersey que les gusta mucho y que también te gusta a ti y para ello hacen pis en el jersey y también firman con las uñas.
Pero a los gatos nunca les gusta el jersey verde con lunares que pones en el suelo aposta para que hagan pis en él.

Los gatos también son unos animales que se van de casa con sus amigos y vuelven para comer pero si no tienes whiskas para darles no vienen para comer y ya no vuelven nunca más.

Y eso son los gatos.



(Dedicado a Rony, en su patidifúsica ocurrencia de querer agenciarse un gato)

jueves, 5 de marzo de 2009

Madrid no tiene tundra

El jodío del tedio ha vuelto hoy a por mí. Habrá ido a mi antigua oficina, se habrá enterado de dónde trabajo ahora, habrá cogido un taxi, y aquí se ha plantado, en la 3ª planta, con su hatillo y su sombrero.
Cuando le he visto aparecer por el pasillo, directo hacia mi mesa, silbando, no me lo podía creer. “Cómo cojones ha dado este desgraciado conmigo”, pensé, mientras miraba alrededor en busca de refugio. Pero no ha habido tiempo. Ha tirado el hatillo parriba, ha vuelto a trepar por la pata de la mesa haciendo gruuuummmpppffff, se ha sentado en el borde dejando las piernas colgando, ha girado la cabeza para mirarme, y me ha dicho: “Bueno, qué. ¿Te tiro de los pelos ya, o te pones con La Tremolina?”.
Así que he mirado hacia delante, a la pantalla, y me he puesto a aporrear el teclado sobre un documento .doc. Nada que ver. No se disfruta lo mismo, la verdá.

En fin, qué les cuento. He visto a Fidel Castro con un chándal de Adidas en una fotografía. Qué quieren que les diga: a uno se le caen los cimientos de la civilización con esto. Yo, que provengo de la Guerra Fría, con un mundo de soviéticos vs capitalistas y los de en medio pillando de los dos laos en la medida de lo posible en lo que caían las bombas atómicas de ambos, pues ante estas vicisitudes me despisto y se me caen las estructuras de las cosas. Como si a Ho Chi Minh lo soltaran en un Mercadona. Pues se despistaría, el hombre. Me aparece Fidel con un chándal de Adidas y lo siguiente es ver a Reagan de vacaciones en un koljos. Con una piña colada, cual playas de Malibú.

Y hablando de playas, nunca he entendido por qué las gentes del mundo lamentan que en Madrid no haya playa. “Ay, está muy bien, pero le falta la playa”, “es que Madrid no tiene playa”… Coño, tampoco tiene tundra, y no creo que llegue al 2% el porcentaje de capitalinos que se despierta todos los días pensando en eso. “Ay, si Madrid tuviera tundra”, “la lástima de irte a vivir a Madrid es que no tiene tundra”… y el metro abarrotado de ojos llorosos cada lunes por la mañana porque Madrid no tiene tundra. Pues no, ciertamente Madrid no tiene playa, ni los desagües de la ducha llenos de arenilla, ni el cuerpo pegajoso todo el verano, ni la necesidad de comprar agua embotellada, ni la imposibilidad de seguir caminando hacia delante, que es lo que para mí, ente de interior, significa una costa.
Porque no olvidemos las limitaciones que suponen las mismas, muy clarividentemente expresadas por mi vecino Jorge a los 4 años de edad: “Los chinos no pueden tener muchos hijos porque como son muchos, no caben, y se caen al mar”