Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

domingo, 27 de marzo de 2011

Qué fantástica, fantástica, esta fiesta

Ayer cumplí socialmente 31 años. Un año más (o más bien dos, ya que el año pasado no hubo faustos) nos pusimos las Supremes y yo de punta en blanco para recibir a los asistentes a tan magno evento. A las 20:12 llegó el primero (la primera), y así fueron sucediendose por goteo hasta aproximadamente las 22:00 horas.

El goteo al final fue tipo cateter: cuando me quise dar cuenta, no cabíamos en el salón. Menos mal que no tengo piscina, porque si no, probablemente hubiera acabado encontrandome a Peter Sellers flotando en ella a bordo de un elefante.
Por lo demás, bien, qué les voy a relatar: tomamos alcoholes y no alcoholes a ritmo de Los Chichos, Jinx, Glenn Miller y Rafaella Carrá, y picoteamos comida a ritmo de Fanfare Ciocarlia y Technotronic. Lo normal. Lo que viene siendo matar el tiempo a golpe de carcajada en lo que llega el momento de abrir los presentes que se han ido acumulando en el expositor.

Yo, que soy persona ordenada de caracter pragmático, con el fin de facilitar en la medida de lo posible a mis acólitos la ardua tarea de seleccionar un regalo con el que obtener el salvoconducto que da acceso al esperado guateque, hice llegar puntualmente la siguiente lista de deseos:
-Un pollo de goma
-Unas puertas para una librería
-Unos auriculares de los que rodean la oreja pa acabar metiendose dentro
-Una sesión de cosquillas
-Temporadas a escoger de Las Chicas de Oro o de Modern Family

Bien. He obtenido:
-5 libros
-Un mapa de rasca y gana (vas rascando los países en los que vas estando)
-Una lista de la compra magnética
-Un carro de la compra (¿se pondrían de acuerdo?)
-Dos vales de cosquillas y Un paquete de onanismo completo en un spa
-Dos juegos de cartas
-Todas las temporadas del programa de La Trinca No passa res!, en catalán
-Un vale por la primera temporada de Modern Family (me han hecho saber que, al parecer, solicito objetos que aún no existen)
-NI UN SOLO POLLO DE GOMA. Ni uno solo. Yo, que ya había decidido la alineación exacta en el salón de los siete con los que me iba a juntar. Ni uno solo. Y eso, indicando con pelos y señales dónde adquirirlo. Pues ni uno solo. Cría amigos para esto.

Una media hora antes de tener que abandonar el inmueble sopena de haber de compartir la fiesta con una colección de municipales, se procedió a la entrega de la ya tradicional Cesta de Objetos de la Más Diversa Inutilidad. En esta ocasión no fue una piñata la que decidió el ganador, sino una democrática votación tras concurso de méritos. Así pues, por aclamación popular, la frase más absurda, ridícula y/o estentórea pero con sentido merecedora del galardón fue "Timor Oriental se encuentra al Oriente de Timor Occidental", seguida muy de cerca por "El perro de Gregorio lleva las pulseras de Sara Carbonero". Tras éstas, quedaron clasificadas "La mayoría de las importaciones vienen de fuera del país" (pura apropiación indebida, como supimos después) y "En peores cárceles me he maquillao". Desestimada quedó, por haber prescrito, "Estamos trabajando en ellooouu...". Las demás, quedaron en medio. Dada mi natural inclinación a organizar este concurso con el fin último de librarme de mogollón de chismes absurdos que encuentro por casa, está claro que no podía participar. Pero toda, toda la noche me estuvo dando vueltas en la cabeza una frase que un individuo me entregó hace muchos, muchos años, a la puerta de una boîte, frase impresa en una tarjeta de visita que decía así:
"Si quieres un hijo mío
sonríe
que más vale morir de pie
que dar un paso atrás".
Con lo que hubiera me llevado la cesta, el alcohol sobrante y hasta el horno-microondas.

¿Y qué pasó después? Pues después pasó que entre mi casa y el Morocco empezó un Diez Negritos* por el cual fuimos perdiendo gente, entre cansancios, obligaciones laborales subsiguientes en el tiempo y demás. Pero no passa res, porque al Morocco llegamos los suficientes como para entregarnos con devoción y sin miramientos. Sé que conscientemente me subí al escenario con Sacau a interpretar Sorry I'm a lady del Dúo Baccara, y también al parecer hay fotos que atestiguan que me subí a una especie de tarima después a interpretar Sobreviviré, de la Naranjo, entre otras. Una tiene su lado oscuro, ya ven.

Y en fin. Hoy es otro día. Hago balance de resultados desde una esquina de la mesa, convertida en un cementerio de doritos tex-mex. El parqué, contra pronóstico, ha superado con éxito la prueba. No se aprecian grandes desperfectos. No puedo decir lo mismo de la pared: observo con gran angustia una salerosa mancha enorme a una altura tal que me dice que ahí se ha apoyado un culo durante largo tiempo. Por la situación geostratégica, podría tratarse del de Loiro. Visiono a Loiro con una brocha en la mano que devuelva a su ser a mi pared, recién pintada con estas otras manitas que son las mías. Justo enfrente, aprecio también que a la esquina le falta un trozo de yeso. Joder con la intelectualidá, cuando se pone bruta.

En otro orden de cosas, noto un ligero vaivén del occipital. Lo que algunos llaman "somero sentir de cabeza". Alberto me ha dicho al teléfono que para eso lo mejor es beber agua. Yo, que en estas lides apenas me he movido nunca, decido indagar alrededor en busca de la voz de la experiencia. El que me acompaña es una buena fuente. Observo que abre una sandía. "¿Eso es como beber agua?", le pregunto. "Esto es lo mejor que puedes hacer en estos casos", me informa. Ahora comprendo por qué añadió el viernes la sandía a la lista de la compra.
Se pone a dos manos. Me da un trozo. Es una sandía transgénica que no sabe a ná. Sorry aima leidi... Voy a escribir una tremolina.



*royalties a Carlos el matemático, que la observación fue suya.

lunes, 21 de marzo de 2011

Canciones

Cuando tenía 18 años y el mundo se dio la vuelta, y la belleza era el horror y la noche era el día, Aute me cantaba al oído, a las tres de la mañana, De alguna manera. Y yo dejaba las lágrimas correr para conseguir dormir un poco, y la canción me hacía sentir bien y mal a la vez, me hacía preguntarme cómo había yo dejado que el mundo se diera la vuelta, y a la vez me hacía concebir que en algún momento conseguiría volver a ponerlo patas abajo.

Pasó el tiempo, el mundo se puso efectivamente patas abajo, la noche volvió a ser la noche, el día volvió a ser el día, y yo caminé por las facultades y los países echando nombres a las espalda, nombres que son mi bagaje. Algunas veces ha sonado De alguna manera. Pocas, muy pocas. Y siempre, irremediablemente, me ha parado la actividad cerebral en seco, las más de las veces también la actividad motriz. Pero ha sido sólo para recordarme que no siempre paseé por las facultades y los países coleccionando inminentes recuerdos, y que hubo un tiempo en que el mundo se dio la vuelta. Ha sido un pensamiento feliz, sin embargo, por así decirlo. Ha sido un pensamiento que me ha acunado y, al acabar la canción, me ha dado un abrazo y una palmada en la espalda, siempre acompañado sin embargo por alguna lágrima a destiempo de esas que se esconden en lo más recóndito de la retina esperando su momento.

Hace trece años que tuve dieciocho años. Y hace un momento, mientras hacía una sopa, ha sonado en casa De alguna manera. Y tengo una lágrima colgando. Y una alegría muy grande, enorme, sin embargo.

sábado, 12 de marzo de 2011

No siempre pasa

Ocurre a veces que una especial disposición de los átomos del dormitorio ejerce una influencia imprevista en la envoltura de la noche, y una se despereza con una diferente cadencia en el pestañeo de la que habitualmente anima la mañana. Acto seguido, las piernas que la transportan hacia el baño son más ágiles de lo normal, y allí una, al desnudarse antes de meterse en la ducha, se da de pronto de bruces con el espejo, y se sorprende al percatarse de la redondez de los pechos, la tersura, el arco que describen a ambos lados del costado, la posición central que ocupan en el marco del espejo. Con un amago de sonrisa, se plantea que igual sea verdad que no estén nada mal.

Sucede después que se ducha y es capaz de apreciar cada gota de agua recorriendo la espina dorsal, el aquópolis del final de la espalda, la pugna por ver cuáles siguen el camino natural por el valle en uve, y cuáles se quedan fuera, acariciando dos montañas en su descenso por la ley de la gravedad. Y como éstas, todo el torrente que sale de la cañería por cortesía de Isabel II. Unas van a dar con sus moléculas al lóbulo de la oreja, otras buscan directamente las manos, otras llegan sin ningún objetivo y se defenestran contra el suelo.

Ocurre que al abandonar el baño y la casa, los sentidos continuan especialmente hábiles. Una es sorprendida por el particular olor de su piel, del que rara vez se percata. Es más dulce cuando emerge de los hombros, más salado cuando lo entrega el antebrazo. Y nota también que su mirada es capaz de abarcar más milímetros de pupila de miradas ajenas, más miedos, más cansancios, más rencores, más felicidades que viajan en metro.

Ese día, los átomos se confabulan igualmente para que la casualidad nos sea propicia. Una puede verse en un momento de la tarde tomandose un imprevisible café con un atractivo alemán al que nunca antes ha visto, y que su reflejo nos deje patente que al alemán una le resulte asimismo imprevisible y no le importaría nada tomarse otro café, para ver si al final la va desentrañando. Una puede también recibir un email de Barbara en el que sólo quiere compartir con ella que en estos días inciertos en que vivir es un arte, las palabras que un día una le escribió se yerguen como un machete con el que despejar el horizonte de maleza, y simplemente quiera agradecerle la preciada arma. Y ese mismo día, finalmente, puede una encontrarse observando de lejos la brisa del ruido ajeno, y que una persona a la que admira, inesperadamente, se le acerque para felicitarla por su trabajo, y felicitarla por existir.


Sucede que todo esto, no siempre ocurre. Y cuando ocurre, los poros, el olfato, la mirada, las yemas de los dedos, las sonatas de luna y el ánimo alcanzan una comunión armónica tan indescriptible que es, supongo, lo más cercano a un milagro que mi natural agnóstico pueda concebir.