Efemérides

1 de febrero: Nace Norman Rockwell (1926)

viernes, 20 de diciembre de 2013

Te pego por tu bien

Voy a escribir un texto político. Que hacía mucho.

Verán ustedes, cómo les diría... Una se indigna ante el hecho de que esté aquí haciendo la cena y pensando en lo que tiene que preparar para mañana, y salga en la tele un señor con gafas a decirle lo que ha pensado hacer con el fin de garantizar mi derecho inalienable a la maternidad. Sí, es cierto, ya ven: soy una tía muy susceptible y no me satisface que los iluminados de recta moral y dudoso proceder vengan a explicarme lo que es bueno para mí.

Pero sobre todo, sobre todo, me fascina el ejercicio de cinismo, una vez más, que se gastan los agentes del gobierno a la hora de imponerme sus involuciones. Que se cite la defensa de mis derechos para cercenármelos de raíz. Como el "te pego por tu bien". Y me fascina igualmente observar lo mucho que se preocupa el gobierno por los cigotos, y lo poco que se preocupa por los que ya han nacido. Es necesario proteger al no-nacido, pero no parece ser tan necesario proteger al que ya anda por aquí. Al que lleva por aquí poco rato, recortando sus becas, o al que ya lleva por aquí mucho, negándole unos cuidados médicos cada vez más caros mediante el bloqueo de las pensiones (no lo llamemos recorte, que como se hace con el juego del trilero del PIB, puede uno ahorrarse la palabra con la cabeza bien alta). Es necesario proteger al que viene con una deformación que hará de su vida un infierno, pero no dotarle de opciones que hagan su vida mínimamente llevadera. Sólo puedo concluir que al Gobierno lo que le interesan son los úteros, no las personas.

Un gobierno que se preocupa mucho por que yo haya de pasar por la humillación de tener que obtener dos certificados médicos que digan lo loquita que me voy a volver si tengo un hijo que va a sufrir toda su vida, que según la malformación es probable que además sea breve. Y por que yo, pecadora de 16 años, pague la culpa de haber procedido al coito. Y a que, si es fruto de una violación, presente por delante la denuncia -prueben, verán como dan con escalofriantes casos en los que eso sería improbable-. Esta es la forma que mi gobierno tiene de defender mis derechos como española. El de la sanidad, el de la educación, el de la vivienda, el de que los políticos corruptos paguen con euros y con cárcel, ese solo es un derecho de otras nacionalidades. A mí, como española, me corresponde la mantilla. Y que luego me venga Campofrío con gilipolleces rancias y casposas. Pero ese es otro tema.


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"Sólo quería decir que en mi opinión el niño no tiene ninguna culpa", explica [...] ¿Por qué habla de la inocencia del niño y no de la suya? ¿Acaso S. tiene la culpa? ¿En qué consiste su culpa? ¿Cómo esconderse de los justicieros que, al igual que G., están seguros de saber qué es lo mejor en semejante situación?"

Slavenka Drakulic, en Como si yo no estuviera



miércoles, 11 de diciembre de 2013

Cosas que no deberían existir y sin embargo existen: I. Los gimnasios

Fue culpa mía. Escuché a las voces, las hice caso, y no debería haberlo hecho; así que fue culpa mía.  Pero ellas, insistentes, no me dejaban en paz. “Deberías hacer algo de ejercicio, Tremo”. “Te estás anquilosando, Tremo, deberías moverte un poco”. “El ejercicio es bueno pa la salud, Tremo”.  Qué pesados, si ya hice ejercicio una vez, hace 16 años. El caso es que un día en que debieron de echarme algún tipo de estupefaciente en la bebida, hace ya unos 5 meses, no se me ocurrió otra cosa que meterme en la página web del gimnasio de mi curro y apuntarme a una cosa con nombre de prefecto romano: “Pilates”.  

“Las clases de Pilates están completas. Lo situamos en lista de espera”. Comprenderán la lástima que me dio verme liberada del esfuerzo con la conciencia impoluta.
Y me hallaba yo tan feliz en mi retiro espiritual, cuando en esto que me llega un mail en el que soy informada de que ya hay plazas disponibles en los cursos de crucifixión de elegidos. La conciencia me ataca en forma de recuerdo de madre suplicante. Así que me armo de valor y me digo que ya está bien de sopa boba y que la fama cuesta, como decía la profesora de Leroy, y hala venga, y le doy al link.  

“Las clases de Pilates están completas. Lo situamos en lista de espera”. Aquí ya es cuando decido que me están tomando el pelo y que en realidad ni hay gimnasio ni hay ná, y que lo publicitan pa tirarse el pisto. No obstante, observo que en el mail se ofrece una alternativa  a mi triste destino. “Todavía quedan plazas libres en BBP. Le sugerimos que se apunte a BBP”.

No tengo ni idea de lo que es el BBP. Una compañera me dice que ella estuvo y que es muy aburrido, que la tipa da la clase como si fuera para abuelillas de 80 años, y que se desapuntó al mes. Definitivamente, suena como algo para mí, así que decido tirar la casa por la ventana y apuntarme a BBP, ¡qué narices! Y al jueves siguiente me persono en el mentado gimnasio.

Lo primero que tuve ocasión de observar es que la moda deportiva ha cambiado mucho en estos 16 años, y al parecer, ya nadie lleva mallas y camiseta.  Y, también al parecer, no debí de ser la única que se percató de esta inesperada ruptura del contínuo espacio-temporal, ya que diversos ojos se posaron sobre mi atuendo así como indecisos sobre si lo mío era vintage, o demodé a secas.

Y en fin, ahora ya sé lo que es el BBP. Para los iletrados diré que consiste principalmente en encerrar a 8 tíos en una sala con una música atronadora insoportable y torturarlos poco a poco durante 50 minutos.  Yo era uno de los tíos. Y la tortura ha surtido efecto: durante 5 días seguidos solo he podido caminar en estilo postparto. También tiene sus consecuencias psicológicas: ahora cada vez que oigo “¡¡¡Aiguan tumufit-mufit!!!” me echo al suelo y me lío a hacer abdominales.  


Y en fin, poco más que contarles. He pensado en prender fuego al local. También, en denunciarlos ante La Haya.  Cuando me siento débil de carácter, he pensado simplemente en huir sin dejar dirección ni teléfono a mi marcha, por si acaso.  De momento, les dedico una tremolina. Se van a cagar.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Tu primera amiga, tu primera ilusión... tu primer aterrizaje de emergencia: ¡chispas!

Apreciados súbditos,

Recientemente he realizado un viaje a Varsovia y me veo en la necesidad de compartir con vosotros mis experiencias. Pero discúlpenme de antemano y si no consigo parir una obra literaria de la calidad a la que os tengo acostumbrados: es que ando espesa hoy, qué queréis que os diga. Llevo toda la tarde realizando actividades mundanas y plebeyas como pasar el aspirador y fregar suelos, y ahora la literatura se verá afectada por ello. Son sin embargo tantas las voces que piden insistentemente que vuelva, que no puedo sino doblegarme antes ustedes y tenderles aquí mi arte.

Que total: que he estao en Varsovia. Pero permítanme que empiece por el principio. El principio es un vuelo de Swiss que despega de Zúrich a las 07:00 de la mañana, para el cual aquí la que suscribe hubo de salir del catre a las 03:15. Ustedes me dirán si hay derecho.

Hice pie en el aeropuerto y accedí a un reciento que llaman "sala VIP" al que te dejan entrar si un samaritano portador de una tarjeta platino te anexa a él, y que es un sitio que se caracteriza por tener silloncitos, periódicos, y comida gratis; y cuando llegó el momento, me introduje en el aparato: un Avro JR100 cuatrimotor de ala alta. Que viene a ser parecido a los aeroplanos que ustedes han visto en las películas de Hércules Poirot. Y surcando los cielos europeos nos encontrábamos, cuando nos hablaron las voces:

"Señores pasajeros, les habla el comandante. Tenemos un problema en el sistema de frenado: los flaps no se despliegan. Vamos a tener que proceder a un aterrizaje de emergencia. La torre de control de Varsovia ya está informada y seremos desviados a la pista 3, que es la pista más larga que tienen, donde pensamos que tendremos suficiente espacio para frenar. Es posible que vean fuego en los motores al aterrizar. La temperatura en Varsovia es de 23 grados y el día está soleado".

Mi primera reacción fue pensar que lo había entendido mal. Pero el jodío lo repitió en inglés. Así que mi segunda reacción fue pensar que igual era una broma, ocurrencia ésta inspirada por el detalle de la temperatura varsoviana. Pero confirmé con mi compañero Uli que los suizos no gastan bromas cuando se trata de aterrizajes de emergencia (tras lo cual él quiso saber si los españoles sí). Como tercera reacción, procedí a observar las reacciones del pasaje. Mi jefe estaba sentado unas cuantas filas más atrás y tenía esa mirada que tiene él que lo mismo puede significar "díos mío cómo me hubiera gustado ver crecer a mis hijos", que "yo creo que la cocina quedaría mejor si la pintáramos de azul". Así que, dadas las circunstancias, opté por ojear el panfleto del duty free y reflexionar sobre por qué la gente comprará cosas del carrito ese si son mucho más caras que en la droguería de tu barrio.

El piloto, por su parte, optó por sobrevolar los campos polacos en círculo varias veces cual ave carroñera para gastar todo el combustible que llevábamos en el cuerpo, lo que nos tuvo entretenidos unos 45 minutos más del tiempo estimado de vuelo y nos permitió conocer en profundidad unos 10 kilómetros cuadrados de la zona suroeste de la provincia de Mazovia. Cuando debió de calcular que en caso de hostia, si ardíamos, ardíamos poco, efectuó ya las maniobras de aproximación que desembocaron en tocar tierra y y pisar freno a modo de reversa en los motores como si no hubiera un mañana (literalmente). Y sí, al final tuvimos suficiente espacio en la pista de aterrizaje: nos debieron de sobrar unos 3 metros lo menos, de hecho. En mi deslizamiento por la pista 3 del aeropuerto de Varsovia, pude observar por la ventanilla que me había sido adjudicada las medidas de seguridad que habían sido dispuestas para la ocasión: una cisterna de agua tirada por un tractor, y un coche de policía. Decidí pensar que el parque de bomberos en pleno se encontraba sito en el lado de la pista que yo no veía. Y en fin, al final, ni fuego en los motores, ni nada: crea expectativas para esto. Ahora, eso sí: esta vez no hubo ni un solo gilipollas que encendiera el móvil antes de llegar al finger.

Y en fin, poco más. De mi estancia polaca solo voy a resaltar que estuve dos días seguidos lavándome los dientes con crema de afeitar (malditos hoteles pijos donde los tubos son todos iguales y están escritos en raro), y que Varsovia es la única capital europea donde en 2013 se siguen viendo curas por la calle con sotana (¡y muchos, y jóvenes!).


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Because there were so many bodies, and because so many of the bodies had been destroyed there was never a list of the dead, thousands of people were left to suffer hope. (Jonathan Safran Foer, Extremely Loud & Incredibly Close)

lunes, 15 de julio de 2013

Los límites africanos

Hola majos,

Os tengo muy abandonados últimamente, lo sé. Pero es que el dolce far niente propio de mi condición de exiliada en país de posibles me tiene muy ocupada. No os imagináis lo que es rellenar el fin de semana atendiendo a las tomateras, los guisos de cocidaco y los antepenúltimos estrenos cinematográficos. El sábado pasado, además, me entregué con gran indulgencia al onanismo gustativo y me agencié 100 gramos 100 de cecina en la tienda de delicatessens más pija de Basilea, por los que pagué 9,90 francazos (en oferta). Sello de calidad castellano-leonesa “Tierra de sabor”. Si mi exsemisuegra levantara la cabeza.

Pero no temáis: allá donde yo esté y haga lo que haga, ya sea sobre la cubierta de un velero de tres mástiles en crucero por las islas griegas o a bordo de mi jet privado sobrevolando el Kilimanjaro, habéis de saber que La Tremolina sigue reflexionando sobre el ser y el entorno y nunca, nunca os abandona, ni se desentiende de vuestras cuitas. La Tremolina padece con vosotros en espíritu, aunque esté lejos de la patria.

Total: que entre tomatera y cocidaco, voy echandole un ojo a los periódicos y a los telediarios, para mantenerme como la mujer formada e informada que soy. Y son muchas las cosas que han acontecido últimamente. Por ejemplo: anda todo el mundo loco con que si Obama nos mira. Pues qué quieren que les diga: que menos mal, ¿no? Porque luego nos alegramos mucho si detienen a la cédula tal antes de que se inmole en pleno metro de París, o a la cédula cual que pretendía mandar un cargamento de premártires a Siria desde Melilla. ¿O nos creemos que el CNI tiene tamizado todo el espectro virtual y no virtual de nuestro país? ¿Nos creemos que tiene capacidad para ello?  La verdad, en un mundo en el que el gúguel maps te saca la foto de tu perro corriendo por el jardín y a ti te hace gracia y se la mandas a los amigos, me resulta inverosímil semejante revuelo ante las mentadas revelaciones. Amén de que qué quieren que les diga: que Obama me mire a mí… A MÍ… ¡Joder, Obama, welcome to The Tremolina! Please press 'Like'.

Pero ahora ya nos da igual que Obama y sus primos franceses e ingleses nos miren, porque tenemos a Bárcenas que anda cual quinto levantado y tirando de la manta. Y que si dimita Rajoy y que si no dimita. Pues qué quieren que les diga II: que me parece muy mal momento para dimisiones. Y fíjense el santo de mi devoción que será Rajoy. Pero estamos ahora finos como para echarnos a la espalda un escándalo más, y sobre todo, una inestabilidad más. Para eso casi mejor apañar el asunto europeo-económico con el mayor consenso posible, y una vez medianamente calmadas las aguas europeas, convocar elecciones anticipadas.

Y entonces ya sí, por supuesto, el otro al trullo si es que hubiera causa para ello, que para Leyes de la Amnesia ya hemos tenido bastante. Que como decía hace poco Cayetano Martínez de Irujo en una entrevista en El Mundo: “En Europa por plagiar una tesis te tienes que ir y aquí llegamos a unos límites africanos”. 

Pero les voy a confesar la verdad: a mí lo que de verdad, lo que de verdad me gustaría, es que dimitiera todo el Parlamento en pleno y nos gobernara la Merkel. De verdad se lo digo. Creo que bastante mejor nos iría, ya que nuestros políticos se han demostrado incapaces. Y a los que pongan el grito en el cielo, me gustaría saber a qué obedecería semejante sentimiento de afrenta. Si nos va a financiar las pymes la banca alemana, y les hemos vendido por contrato no sé cuántos mil jóvenes anuales, no sé a qué esperamos para ser el decimoséptimo Land. Seguro que los intereses económicos y humanos para devolvcer todo eso eran menores. Y total, la mitad de la población española ya parece estar aprendiendo alemán, así que...  
   

lunes, 17 de junio de 2013

Viola Loos, Marikka Mikkola y otros grandes

Amigos todos,

Vuelvo a colarme en sus pantallas en una nueva entrega tremolínica. Mi amiga y musa DePedro ha abierto sin saberlo la Caja de Pandora de mi Afán Creador, al hacer mención en un mail a los curiosos nombres con los que se solía encontrar en cierto trabajo que tuvo. Ha desplegado en technicolor frente a mí los Archivos de Mi Memoria, en concreto aquellos referidos a personas de curioso nombre con las que me he tropezado en mis largos caminos por lo ancho y largo del continente, y que ahora, lógicamente, me veo en la obligación social de compartir con todos ustedes. Pasen y vean.

Cuando era mocica me escribía cartas con una tal C. Rubio Moreno, y con un tal J.M. Puerta Darriba. También con una finlandesa que se llamaba Marikka Mikkola, y que definitivamente está en mi Top 5. Habitando en Berlín, adquirí conciencia de la existencia de una tal Viola Loos, que para más inri estudiaba español, la pobre, y quería vivr en España. Y a lo largo de diversos puestos de trabajo me he tropezado con Rodrigo Díaz de Vivar, Massimo Memeo y C. Grauenauer. El que me acompañaba tenía clientes en su banco que se apellidaban "Zorilla de Matilla" o "Habia Coca". Y estos son los principales que me vienen así ahora a la cabeza, pero estoy segura de que habrá más, escondidos en lo más recóndito de mi inminente Alzheimer.

Y ahora, por primera vez en la existencia de este bló, voy a hacerles un ruego y pregunta. Voy a pedirles que compartan conmigo los Gloriosos Nombres que han de tener ustedes en su propio bagaje. ¡Vamos, vamos, no sean tímidos, comenten!





martes, 11 de junio de 2013

La vida te da sorpresas

Hallábame yo en el autobús de línea que diariamente me lleva a mi centro de trabajo cuando he atisbado en dirección diez menos diez a un chaval que trabaja en mi mismo centro. Es un mushasho de estos modernos con el pelo a lo Gran Gatsby y zapatos Fred Astaire, de unos 22 o 23 años de edad, de esos a los que "conoces" de cruzarte por pasillos y ascensores, de esos en los que reparas por alguna razón que suele ser mezcla de estética y actitud; ambas orientadas en dirección "mírame qué distinto que soy, qué de cuánto que valgo", y si fuera del Bronx en lugar de porejemplo Lausanne llevaría gorra patrás y diría madafacka. Bueno, esto último ya lo pongo yo como nota de color.

Total, que estaba el mushasho en dirección diez menos diez frente a mí, y llevaba adherida a su ser a una mushasha muy acaramelada, ésta de espaldas a mí, que proyectaba hacia él todo el clímax de la post-adolescencia, siempre teniendo en cuenta que esto es Suiza y no la República Dominicana: besito furtivo por aquí, carantoña ñoña por allá, el autobús avanza y yo reflexiono sobre las parejas de mozalbetes en las que ella es muy rubia y él tiene aspecto de perdonavidas, y sobre lo ajeno al ridículo que es uno cuando uno tiene una serie de años menos.

Cuando en esto que al llegar a la parada de mi edificio, la rubia se da la vuelta y me encuentro de bruces, ¡zas!, no con la preuniversitaria de Zermatt que yo esperaba, sino con otra española que se mudó aquí un mes después que yo, también proveniente de la oficina de Madrid, que a la adolescencia mira desde la atalaya de sus 38 o 39 años, y con la que en su momento compartí algunas tardes. Una española que se había mudado aquí con su perro y con su novio (por ese orden), un novio por cierto que estaba considerablemente bueno y que, para más inri, era fisioterapeuta.
Su dilatación de pupila no deja lugar a dudas: no me esperaba. Lo cual tampoco me explico, porque a fecha de hoy no compartimos gran cosa, a excepción de una conocida común hacia la que mis pensamientos se desarrollan. ¿Tendrá acaso miedo de que se lo vaya a comentar a ella? ¿Por qué? ¿Es que acaso el asunto es secreto? Ya lo dudo, si te plantas de esa guisa en el autobús que va directito al campus de mi empresa...

-Hola! Hacía mil años que no te veía -le comento yo, intentado normalizar por mi parte el asunto
-Sí... bueno... sí... ¿Qué tal?
-Bien, ¿y tú?
-Bien... bueno, no sé si os conoceis... Este es Chindasvinto* -dice así de refilón señalando al maromo, que al bajar del bus se ha quedado un paso más atrás.
Chindasvinto me indica que no habla español así que le digo en alemán que hola y que le he visto alguna vez por el edificio. Él a mí también, a mí no me engaña, aunque no lo diga. Como la tensión se puede cortar con un cuchillo, opto por desearles un buen día y avanzar un poco más rápido:  para qué hacerles pasar un mal rato. Y en lo que llego a mi oficina, me voy diciendo que a qué se deberá su azoramiento, si el asunto será en efecto un affaire oculto o de puertas abiertas, y que qué cosas, ya ves, la buena Marieta*.
Pero sobre todo, sobre todo, me pregunto si el novio fisioterapeuta seguirá por aquí, y si efectivamente habrá dejado de serlo.




*nombre ficticio

lunes, 3 de junio de 2013

Entendimientos

Estamos a 3 de junio y el ventanal que me muestra el día que hace afuera de mi oficina me despliega un cielo gris plomizo, terrible, temible, sazonado con 8 grados de temperatura y precipitaciones a flor de nube. Qué quieren que les diga: no lo entiendo. Esto ni es junio ni es ná. Y así no hay quien se oriente. Porque es importante entender las cosas para no ir por la vida como vaca sin cencerro. Y lo cierto es que últimamente hay muchas cosas que no entiendo. Por ejemplo:

No entiendo que haya que hablar con un psicólogo para poder abortar, y no para ponerse unas tetas. Y no entiendo que hayamos acordado la venta anual de 5.000 jóvenes españoles preparadísimos a Alemania y a su vez anunciemos la facilitación del permiso de trabajo a trabajadores cualificados que importemos nosotros. A este respecto, menos aún entiendo que en el país de Berlusconi pidan perdón a los emigrantes forzados, y en el mío se me diga que si me voy es por mi afán de aventura (y además, mientras no me vaya más lejos de Letonia, al parecer tampoco es que me haya ido). Tampoco entiendo que TVE Internacional se haga eco de las noticias internacionales dos días después (de media) de que lo hagan el resto de medios de comunicación, y tampoco entiendo de quién es primo el rotulador que diariamente me mete esos gazapos y faltas de ortografía de vergüenza ajena en el Telediario. No entiendo asimismo por qué la campaña "Descubre tu país" del Ministerio de Información y Turismo (me voy acostumbrando a la inminente re-nomenclatura) me invita a visitar en España cosas que no son visitables, como el peñón de Vélez de La Gomera, que es un enclave militar frente a la costa marroquí de restringido acceso. Y tampoco entiendo que puedas acabar en la cárcel por quemar una bandera de España porque eso sea apología del terrorismo, y sin embargo no sean apología del terrorismo canciones como esta que circulan por ahí y nos resultan tan simpáticas.



Y claro, así no se puede, porque va uno por la vida desorientado, sin entender nada, encomendándose al paraguas para esquivar lo displicente de los tiempos, atmosféricos y no atmosféricos, que nos ha tocado vivir.


Peñón de Vélez de la Gomera

sábado, 18 de mayo de 2013

La baronesa

Esta tarde he visto el "biopic" La Baronesa*, sobre Tita Cervera, y ahora estoy teniendo una crisis vital. Me pregunto cómo he malgastado mi vida de esta manera y no me hallo en estos momentos en la cubierta de un velero en el Lago Maggiore, liada con un aristócrata suizo, a mis 33 tacos de edad. Yo lo he puesto todo de mi parte: me he mantenido soltera y sin hijos para no tener mácula, he aprendido idiomas y algo recuerdo de las clases de Historia del Arte, y hasta me he venido a este país a vivir. Pero nada: nadie me invita a fiestas en Lugano, ni los banqueros me invitan a proseccos al salir de sus oficinas. Es más: es sábado tardenoche y aquí estoy, en casa, con el chándal cutre de faena y las zapatillas del hogar (sin borla). A este paso se me pasa el arroz.

Estaba yo muy engañada con esto de Suiza. Los ricos no se identifican entre la plebe, ni parece estar esto plagado de ellos. Como la hermana de mi amiga Irene, que me preguntaba si veía a los famosos por la calle cuando se enteró de que vivía en Madrid.  

Total, que aquí estamos, mi minicrisis de la mediana edad, y yo. En fin. Dedicaré lo que queda del día a cosechar puerros (que creo que se me están saliendo de madre, nunca había visto unos puerros con flor) y a hacer sopa miso, a ver si me pongo más feng shui y menos zen. ¿Y si me agencio un perro? No, quita, quita, que la crisis de mediana edad pasa, pero al perro hay que sacarlo cuando llueve. Y además, qué coño, se me había olvidado que mañana me largo un par de días a un hotel-spa pijo de cojones, con mi amiga Esther. ¿Estará mi Heini particular esperándome allí?

¿Se imaginan ustedes, el museo Schmitli-Tremolina en pleno eje Prado-Recoletos?



domingo, 21 de abril de 2013

El baño turco

No sé cómo introducir el particular, así que voy a resumírselo lo mejor que pueda:

He pasado el viernes en pelotas frotándoles la espalda a mis compañeras de oficina.

Y claro, ahora ustedes querrán que se lo explique.

Todo empezó cuando mis compañeras (y amigas, añado) me propusieron pasar el fin de semana en Berna, con visita incluida al circuito de un precioso "hammam" de oriental aspecto. Planazo.

Yo había oído rumores. Las gentes extranjeras hablaban del asunto con estupefacción. Pero nunca había conocido a nadie que de primera mano pudiera dar testimonio. Así que lo creía a medias y, por si acaso, consciente de que probablemente no se tratara más que de otro comentario para desvirtuar a este trozo de tierra que nos acoge, y llena de esperanza por ello, me llevé el bikini. No podía ser que en Suiza, en las saunas, baños turcos y derivados, la gente fuera en pelotas. No era posible.

Pero sí lo era. En este país donde es raro que las mujeres sigan trabajando cuando se casan, y casi punible que sigan haciéndolo cuando tienen hijos en lugar de quedarse en casa cuidando de sus vástagos, decía, en este país donde en según qué sitios todavía te miran raro si vives "con tu novio", las saunas son mixtas y la gente va en pelotas.

La verdad es que no estoy siendo del todo exacta. La gente va envuelta en un trapo (literal) que te dan a la entrada con el fin de que no hagas el impúdico. Un trapo que al meterte en las piscinas esas de agua calentita, huelga decir, se va levantando hacia arriba con un acusado efecto Marilyn contra el que hay que luchar mientras a su vez procuras que no se te escurra hacia abajo. Un trapo que, no obstante, hay que quitarse cuando llegas a las distintas estaciones del circuito: peeling, mascarillas, y demás.

Estación nº 2 - peeling:
Aquí, para salvaguardar la moral y la decencia, hay una salita para hombres y otra para mujeres. No parecen haberse percatado, eso sí, de la inutilidad de las mismas si uno les adjudica puertas transparentes. Doy fe, que yo estaba esperando fuera mi turno mientras veía a mi compañera Lisa y a sus nalgas moverse vigorosamente durante la aplicación del guante de lufa.

Estación nº 4 - peeling con pringue:
Aquí ya se dieron cuenta de la tontería de las dos salas y directamente solo hicieron una (con sus puertas transparentes, que no falten). Así que es probable que mientras usté se refrota para eliminar sus células muertas, tenga al lado a algún desconocido caballero que, miembro en ristre, haga lo propio.

Y en fin, qué les voy a contar. Confieso que yo me encontraba cohibida al principio. Yo soy de las que han hecho topless en la playa, pero nunca en compañía del contable ni de la recepcionista. Así que en la estación nº 2 hice un tanto el mojigato con mi trapo, mi guante, y la esquina más cercana que encontré en la que agazaparme. Pero cuando quise llegar a la estación nº 4 y Lisa me propuso que nos acicaláramos mutuamente la espalda (y además a la vez, nada de primero una y luego la otra), pues qué quieren que les diga: elevé al cielo un alegre "From lost to the river!" que nadie comprendió y me desinhibí completamente, a lo Nadiuska, viva el destape.     

domingo, 14 de abril de 2013

La importancia de ser andorrana

Amigos todos,

Me pongo hoy en contacto con vosotros para narraros mi reciente visita al Oriente Medio. "¿Y a santo de qué se va esta al Oriente Medio, pudiéndose ir a Manzanares el Real, Tarancón  o Benalmádena, incluso?", se preguntarán ustedes. Pues la cosa es sencilla: primero, para constatar lo engañados que nos tienen tras haber decubierto lo que allí significa "kebab"; y segundo, porque mi hermana reside en Kuwait y me apetecía ir a verla. Así que combiné una incursión a Kuwait (que he sabido que no es "Oriente Medio" sino "Golfo Pérsico" a secas), con una aventura en Jordania, que es el único país de la zona en el que no parece que vayan a liarse a tiros de un momento a otro si no se han liado ya, en los tiempos que corren. Que además ya saben ustedes que yo soy de turismo bélico, pero en versión flashback mejor que en vivo.

En fin, que me enrollo:
Kuwait muy bien. Es algo así como que a un campamento de beduinos de repente les hubieran cambiado los camellos por Hummers, como trueque por esa cosa negra que les sale del suelo. Y ahí van ellos, sin saber montar en bicicleta pero con sus Hummers en dirección contraria, sin sifón en los baños pero con sus centros comerciales de oro macizo. Me han caído simpáticos.

Jordania también bien. Esto es algo así como que a un campamento de beduinos de repente les hubieran llegado cinco autobuses de alemanes. Y aquí he descubierto la importancia de ser andorrana. O más bien, la panacea que supone el minúsculo país pirenaico. Déjenme que me explique:

Si ustedes son viajaos, es decir: si ustedes han ido por ejemplo a Portugal a comprar toallas, es probable que se hayan dado de bruces con el sempiterno "¿Real Madrid or Barselona"? tras enseñar su pasaporte al policía de turno, o tras la perenne pregunta del "Where are you from?" con la que el vendedor de lo que sea le invita a pasar a su tienda. Yo personalmente, que atesoro un gran número de realmadridorbarselonas y tourtilapatatas de diversos confines intercontinentales, estoy sinceramente hasta los huevos. Sobre todo porque la primera vez te resulta simpático, pero a la decimoctava ya no sabes cómo explicarle al pobre camboyano que su estrategia comercial futbolística es inversamente proporcional al beneficio económico obtenido para conmigo, porque tú eres una intelectual de pro. Si aún me dijera "¿Severo Ochoa o Ramón y Cajal?", pues no te digo yo que no cayera alguna pashmina, pero eso de que si Messi que si Ronaldo o no sé quién... Bueno, que divago. Que el caso es que me hallaba yo frente a un camello al que bauticé como Anastasio cuando, a instancias de mi beduino de referencia, se me ocurrió la clarividente respuesta:
"I'm from Andorra".
Espectacular resultado.
Normalmente se callan y no vuelven a abrir la boca jamás. Ha habido algún caso aislado, pizpiretos de natural curioso, que han contraatacado con un "never heard of", e incluso con un desafiante "where is it". Entonces yo les explico que somos un país minúsculo e insignificante entre España y Francia y que nunca ha oído hablar de nosotros porque somos apenas unas 2.000 almas (aquí me vengo arriba un poco). El caso es que la conversación no pasa de ahí y las estrategias de compraventa, tampoco. Porque como además no tienen ni idea de qué cojones se hablará en ese agujero, pues no pueden soltarte en tu idioma esas expresiones propias de los sistemas de transacción comercial a las que se entregan con gran alborozo.

Total, que el asunto da resultado, y desde entonces soy andorrana en cuanto tengo ocasión. Eso sí: mi beduino de referencia se quedó con la copla, porque al volver de mi paseo por Petra con Anastasio cual Indiana Jones retirado, me bajé del andamio con patas ese y mi beduino aprovechó para invitarme a una fiesta en una boîte del lugar esa noche y hacernos una foto juntos, y, mientras me abrazaba castamente por el hombro y hacía el signo de la victoria con la mano, se arrancó por un "beduine and andorra!" de lo más sentido.

Y en fin. Podría hablarles de las maravillas de Petra, de la suerte que he tenido al poder pasar rato sin nadie más alrededor en esa maravilla cavada en piedra, de los lodos del Mar Muerto con Jerusalén enfrente, de las ruinas de Jerash, de las ruinas hoteleras de Amman. Pero humildemente creo que es mejor que vayan ustedes y lo vean. Aunque eso sí: si al final resulta que este blog tiene más éxito del que yo pensaba, es posible que les sorprendan con un regateo en catalán.

jueves, 14 de febrero de 2013

Dos bombones

Hoy ha venido un chino en la oficina y me ha entregado una cajita con dos bombones en su interior, mientras me dedicaba un "Happy Valentine". Yo le he preguntado que en qué podía ayudarle, que es una forma elegante de decir y tú qué (coño) quieres, y me ha dicho que nada nada, que era solo por tener un detalle conmigo. Ah pues muchas gracias, adiós, adiós. Y aquí estoy, comiendome los bombones de Chocolatier Suisse.

Desde que trabajo para un señor jerárquicamente gordo, me salen amigos por todas partes. Y como esto es Suiza, me regalan chocolatiers suisses en lugar de chiquilines. Yo, que soy de natural soviético, algo rudo y tirando a sequito, siempre directa, estoy que no doy crédito. Porque no sé cómo comportarme. Soy un lego en materia de dorar píldoras. Y no sé si dentro de 20 años saldrá en El País que una vez acepté dos bombones prevaricando con mi puesto de trabajo. Si al menos consiguiera corresponder a tantas atenciones con una sonrisa más profidénica...

Pobrecitos míos, no se lo pongo fácil. Soy una sota. Y una científica con necesidad de coherencia, porque juraría que ese es el mismo chino que hasta anteayer no se paraba ni medio segundo a hablar conmigo.

Confieso que algo disfruto cuando viejos conocidos que me hacen en el lodo me vienen con chulescas majaderías, sólo para conocer medio minuto después (y no porque yo se lo diga) el dato de "y en dónde estás ahora". Disfruto principalmente porque no me puede resultar más ridículo. No deja de llamarme la atención la cantidad de gente que vuelca su vida hacia el lado laboral, hacia "la carrera en la empresa", como si esta empresa o cualquier otra fuera la empresa de sus padres, esa en la que empezaron a trabajar a los 17 años y se jubilaron a los 65. Como si no hubiéramos pasado ya todos, los majaderos y yo, por reorganizaciones varias que demuestran que hoy estás arriba y mañana, mañana mismo, abajo. Y como eso te importe mucho, lo llevas claro.

En fin. Que ya me he zampado los dos bombones. A ver si viene algún otro con más.
En lo que vuelvo a estar abajo o no, me pondré de glucosa hasta las trancas.     

martes, 29 de enero de 2013

Hay que ser legal

Me dicen las estadísticas que en España hace falta dinero, y me dice el topicazo que los judíos suelen tener mucho. Así que me dicen las noticias que Gallardón ha decidido repartir pasaportes a todo aquel sienta latir el espíritu sefardí en sus venas.

Hasta aquí, pues miren ustedes: allá ellos. No creo que haya mucha razón, a tenor de lo que cuentan, por lo que sintamos peligrar nuestra alma patria por eso de rifar pasaportes. Si total después de lo de comprarse uno un permiso de residencia por 160.000 euros y de regalo una casa, pues qué quieren que les diga. ¿Que podrían haberlo hecho como cuando nos hacían falta "soldados profesionales" y pusimos un cartel en ciertas embajadas en Latinoamérica bajo el eslógan "te cambio un abuelo por un pasaporte"? Pues quizá. Pero claro, si hablamos de sefardíes, el cartel se complica. "Te cambio un tatatatatatatatatatatatatatatatatatataatatrabuelo por un pasaporte y traeme un papel que lo atestigüe". Está chungo. Así que en fin, ellos sabrán.

Pero a lo que vamos.

Se ve que Gallardón ha decidido en este caso regalar un victimismo, en lugar de una casa. Y es así que la noticia viene acompañada de sorpresa. Y es aquí que según la fuente, la sorpresa es una o es otra:

Me dicen las noticias del Canal 24 horas que Gallardón planea reformar el código penal para castigar las teorías y conductas negacionistas (esto es, castigar a aquellos que niegan la existencia del holocausto). Hasta aquí, vale. Porque entiendo además que, por lógica, la reforma comprenderá todo el negacionismo, a saber: si no podrá negarse que hubo campos de concentración en Polonia, entiendo que no podrá negarse que los hubo en España. Entiendo que no podrán negarse las fosas comunes doquiera que las haya, ya sea en las cercanías de Cracovia o en las pedanías de Jaén. Y entiendo que no podrán exhibirse cruces gamadas ni águilas rojigualdas. ¿No?

Pero ¡ah, amigo! Me dicen las noticias de El País que Gallardón planea reformar el código penal para que sean punibles las teorías y conductas antisemitas. Y esta es la madre del cordero.
Porque, ¿qué es "antisemita"? Mal empezamos cuando el presidente de la Federación de Comunidadaes Judías en España sostuvo durante la formulación de la inciativa en el Senado que “La negación de muchos de los derechos más elementales hacia el Estado de Israel por algunos sectores, supone una nueva y refinada forma de antisemitismo”. ¿Qué derechos "más elementales"? ¿El ninguneo por parte de Israel de los propios Acuerdos por ellos firmados en lo que respecta a sus fronteras? ¿El negacionismo propio israelí en el análisis del comportamiento de algunos de sus líderes durante el holocausto a la hora de confeccionar listas de deportados? ¿El misileo actual de propios y ajenos, en tierra o mar? ¿Qué es antisemita? ¿El posicionamiento de uno a favor de que Palestina tenga también un estado por derecho propio? ¿Un posicionamiento estatal, por pura precaución incluso, a favor de que esto suceda?
Se ve que en nuestro afán por ser como Alemania, vamos a empezar por echarnos a la espalda ese Vergangenheitsbewältigung que llevan ellos acarreando 60 años y que les impide criticar en público cualquier bombardeo de la franja de Gaza y cualquier muro que no sea propio y cayera hace 25 años. Se ve que en nuestro afán de ser más rubios, se nos olvida que nosotros somos más moros, y si por legado histórico es, igual tendríamos que regalar pasaportes también a todo aquel que sienta latir el espíritu morisco en sus venas (si es que dejamos alguno vivo).

Ha dicho Gallardón que la expulsión de judíos españoles en 1492 causa dolor y vergüenza. Y no le falta razón. Como no le faltaría si manifestara lo propio al respecto de la actuación española en Sudamérica desde que "la descubrimos", o de la actuación "española" durante la II Guerra Mundial cuando acogimos nazis y nutrimos de españoles y no españoles los campos alemanes, o de la actuación española al reclamar Gibraltar y no saber lo que es Olivenza, si por eso es, y si es que a alguien le importa. Así que sí, no le faltaría razón si manifestara que causa dolor y vergüenza. Al no hacerlo, lo que falta es vergüenza, en vez de razón.

No me malinterpreten. No soy una jipi, ni una utópica, ni creo que lo mejor es que hagas el amor y no la guerra. Pero sí soy consecuente. Y me enerva el cinismo ñoño. Como que salga el otro diciendo que gracias a la reforma laboral, ahora trabajadores y empleadores acuerdan qué hacer en caso de crisis empresarial. Amosnomejodas. Pero este es otro tema, que me ahorro. Por el momento solo quería meterle dos humildes yoyas cibernautas al gallardo caballero. Antes de que este artículo sea punible. Porque hay que ser legal.       

jueves, 3 de enero de 2013

Verborrea

Esta mañana he recibido una audio-nota en la que se me incita a no abandonar este blog, sopena de terribles pesares de conciencia que portar sobre mis espaldas. Y me ha hecho reflexionar. Y admitir que ciertamente ustedes, fans n° 1, 2 y 3 respectivamente, necesitan de estas líneas para abandonar el lecho y mirar al horizonte cada mañana. Necesitan de estas, sus letras amigas, para encarar la cruel realidad que supone vivir. Necesitan de mí para dotar de alguna suerte de sentido a su existencia mezquina. Y alguien de la humildad y el altruismo que me caracterizan no puede dejarles a ustedes en la estacada.

Así que voy a excretar unas líneas, a ver qué sale.

La verdad es que no tengo mucho que contar, pa qué engañarles. Volví ayer de unas merecidísimas vacaciones navideñas, a mi feudo helvético. Ya me apetecía, qué quieren que les diga. Tanta vida social y tanta historia, tanto sarao, tanto estrés... Yo ya no estoy hecha a esas cosas. Yo ya no sé pegarme con los viandantes de La Gran vía con el fin último de no ser yo quien se desvíe un centímetro en la luuucha finaaal por llegar a la otra acera. Ni estoy hecha a que las viejas (porque eso no pueden ser “abuelas”, sino viejas a secas) me arrollen en Pontejos mientras trato de hacerme con “unas reglas para patrones de sisas” (sic) para mi hermana. Ni estoy hecha al jaleo de coches, restaurantes y vecinos, ni estoy hecha a las huelgas de metro. Así que tras dejar atrás la marabunta esa que tienen ustedes por país, solo quería apoltronarme en el sofá de mi casa y verme un filme aséptico mientras me ponía de pipas crudas y pandilla drakis (sí, confieso que a los supermercados españoles sí sigo hecha). La película elegida fue Desafío Total, que aquí donde me ven, no la había visto nunca.

Por qué le llamarán “culto” a cualquier cosa.

Porque una cosa es verse un filme aséptico, y otra es verse una putamierda.
Para pasar la cuarentena voy a tener que verme, tó seguío, Casablanca, Martha Marcy May Marlene, Blade Runner y la última de la trilogía de Sissi Emperatriz.

Eso sí: la pandilla drakis, exquisita. Mientras degusto las últimas miguitas, pienso en si se apreciará desde el exterior el terror intrínseco que me acontece cada vez que cruzo la frontera proveniente de Madrid. Les voy a contar mi truco: procuro esperar a alguna familia de bien que vaya a salir y entonces, sonriente e integradísima, cruzo con ellos como si fuera la cuñada solterona. Cualquier cosa con tal de que no me incauten las viandas. Que cuando uno sale por el “nothing to declare” también le pueden parar para inspección, se lo digo yo, y si vas solo y eres joven y lozano, eres también carne de cañón. Que aquella vez llevaba únicamente un taquito de jamón, pero esta vez traía, amén de las mentadas bolsas de pandilla drakis y pipas crudas:
-3 kilos de embutidos de Salamanca en forma de paletilla, chorizo, salchichón, lomo y farinato
-5 bolsas de gulas
-Medio cochinillo cortado a lo largo y congelado
-1 frasco de litro de cocido montañés
-5 huesos de caña y 2 huesos de jamón
-5 bolsas de sopa de cocido y ave con fideos Maggi
-Latas variadas
Yo pa mí que si me paran inauguro departamento en la policía, junto con el de la coca. “Sección de restos animales y pequeños cachorros”.

Y en fin, pa no tener nada que contar, aquí se lo dejo. Folio y algo. Yo, lo que sea con tal de aliviarles la existencia.